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- 240- gación, funda<la para dar culto a la Divina Pastora y aten– der a las necesidades espirituales y, en lo posible, también a las materiales de las muchachas de servir. Dejó recuerdos muy gratos entre las que formaban parte de ella, por el en– tusiasmo en promover el culto de la Divina Pastora y hacer que ·ingresasen numerosas nuevas sirvientas. A su celo, por otra parte: se debe la iniciativa de la fundación de una Casa– Hefugio para las sirvientas, en la que, cuando se encontra– sen sin colocación, pudiesen vivir tranquilamente algunos oías, libres de los mil peligros que el mundo les puede ofre– cer, hasta encontrar nuevo destino. No vió, sin embargo, sus deseos coronados por el éxito, quizás por haber tenido que marchar de León. El P. Ambrosio, joven aun, emprendedor, lleno de vida y entusiasmo, quiso trabajar también en la conversión de los infieles y para ello pidió a los Superiores le enviasen a la Misión del Caroní, que desde 1922 hal;>ía sido encomen::Ja– da a la Provincia ele Castilla. Los Superiores acogieron be– névolamente su petición, y a mediados de 1926 se embarca– ba para Venezuela, llegando .a su destino en septiembre del mismo año. Poco t iempo estuvo en la Misión, pues, por di– ficultades surgidas, se vió obliga<lo a dirigirse a la parte civilizada de Venezuela, ejerciendo en Maracaibo y otros puntos el apostolado de la prec!icación. El 29 de julio de 1927 parte de América rumbo a España; desembarca en Cádiz en los primeros días de septiembre y se dirige a Madrid a recibir órdenes de los Superiores, que le destinan de nuevo al convento de León. De aquí pasa, en 1931, al convento de Santander, donde permanecerá ya hasta su muerte. CUALIDADES INCONFUNDIBLES Tenía el P. Ambrosio sus notas peculiares y verdade– ramente características. Era, en primer lugar, de carácter sincero, franco, abierto sobremanera y jovial; de ameno trato y agradable conversación, sabía por eso mismo cap– tarse las simpatías de la gent(· y al propio tiempo despertar

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