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- 23Ó- sullas. Otros fueron sacados también después de abando– nar los religiosos el convento, tales como los copones, la Custodia y el relicario de oro de San Antonio, aunque, por cesgracia, algunos fueron luego a caer en manos de los rojo3. Cerrado quedó el convento y cerrado siguió hasta ios primeros días de septiembre, visitado únicamente por algún religioso, Fr. Luis, que furtivamente hacía en él sus entra· d<.s e iba sacando algunas co~as, llevándolas luego a casas ~·articulares. Pasado ese tiempo, los de la F. A. I. se incau– taron de él, y con su jefe Torres al frente, en él se insta– laron. Ni que decir tiene el paradero que IIevarían las cosas de la casa y <:le la capilla con tan buenos moradores. Por lo qu~ a las cosas del culto se refiere, las casuiias, algunas de las cuales fueron devueltas por la gente por temor a los regi~tros, las pisotearon, maltrataron o destrozaron, salvándo:;e <dg1,.ma que llevaron lueg-o a la casa ele las religiosas de los Angeles Custodios, cómo asimismo los bancos de la capilla; en cambio, las imágenes ·las quemaron todas en la huerta o jardín. Así fueron destruídas las imágenes ele San José, San Francisco, Divina Pastora y cuantas había en la capilla. La de San Antonio, como era tan pesa.da, pidieron hachas a los vecinos, la hicieron pedazos en la misma capilla y .lue– go, a su vez, les prendieron fuego en la huerta. Saquearon asimismo toda la casa, llevándose cuanto creían de alguna utilidad a los Angeles Custodios, donde te– nían los de la F. A. I. su centro principal. Medio año después de inicia·do el Movimiento, el famo– so alcalde de Santander durante el dominio rojo, conobjeto, st.·gún decía, de embellecer la ciudad y quizás también por c!TOS fines, al mismo tiempo que se llevaba a cabo el derri– bo de las estaciones del ferrocarril, también fué derribada la casa donde habían estado instalados los religiosos Capu · chinos hasta estallar el Movimiento Nacional. Fqé allana– do todo por completo, ampliando la carretera o calle que conduce al Sardinero, de tal modo que de .nuestra antig·ua r~sidencia no quedan hoy en día ni los cimientos.
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