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- 225 - cisamente en ocas10n en que se tramitaba la fundación de una nueva casa en Cruces, provincia de Santa Clara. Allá fué destinado Fr. Eusebio, y con los dos Padres que fueron a tomar posesión de aquella parroquia llegaba también él, único Hermano que por entonces se pudo enviar. No son para dichos los trabajos que tuvo que realizar e incomodi:lades que soportar para poner en marcha aquella nneva fundación. Tenía a su cargo toda la parte material, todas las oficinas, y aun le era forzoso ayudar a los Pa<ires en lo espiritual, sobre todo en la explicación del Catecismo. F ué Cruces el único sitio donde, que sepamos, estuvo du– rante los !1ueve años de su permanencia en América, y don– de prestó sus valiosos servicios. Y esto, a pesar de la en– fermedad crónica que ya de antiguo_ le aquejaba : una ane– mia fuerte que, agotando sus fuerzas, no le dejaba traba– jar con holgura y con constancia. Por eso mismo, viéndose grandemente imposibilitado, en abril de 1927 se embarcaba de regreso para España, a donde llegaba en el mes siguiente, siendo destinado al con– vento de Vigo. Estuvo también de familia en los años posteriores en Ribadeo y en La Coruña, y en 1934 pasa finalmente de re– si.dencia al convento de Gijón. Su vida, como se ve, nada tiene de extraordinario. Fué tm religioso sencillo, de suyo animoso y emprendedor; pero le fallaban las fuerzas al querer poner en práctica sus bue– nos deseos. Estuvo siempre muy enfermo, de esa enferme– d::td de la anemia que le inutilizaba sobremanera y le pro– ducía continuos achaques que él sobrellevaba en silencio y con paciente resignación. No fué pequeña esa cruz que el Señor echó sobre sus hombros. COMO SUS HERMANOS DEL CONVENTO DE GIJON Residía en Gijón al estallar el Movimiento, y con los otros religiosos fué sorprendi<io por los milicianos en su re-
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