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- Z2J - por ser pariente suyo. Este encontró a Fr. Alejo muy ani– mado y entero y sin temor alguno a la muerte. Y lo único que le pidió fué que le llevasen unos pañuelos limpios cuan– do volviesl!n a visitarle; pero cuando les tocó comunicar con él ya había sido trasladado a la iglesia de San José. LA MISMA GLORIA... De aquí, y con los otros cinco religiosos capuchinos, fué también sacado para ser fusilado en las tapias del cemente– rio de Jove. Como ellos, también mur ió gloriosamente y cayó gritando : " ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España !", y perdonando a sus enemigos. Con toda seguridad que en aquellos momentos supre– mos, en que el alma siente reconcentrada en sí toda la ener– gía de que es capaz, mucho más cuando está ayudada y alen– tada por la gracia, sintió en su interior la honda satisfac– ción de haber cumplido con su deber, y que ahora Dios, con una infinita dignación, premiaba con creces su santa vida .eJe religioso con la corona del martirio; y, reconocido sin duda a esa gracia inapreciable, a ese don sin medida, tam– bién, y aun cara a la muerte, brotaría de sus labios mori– bundos una última sonrisa, que era un resumen de su vida y como un beso que su corazón, rebosante de alegría, en– viaba al cielo. Asi, si no cantando como su Seráfico Padre, sonriendo alegremente, debió recibir el abrazo de la hermana muerte, y con ella entrar triunfante en la gloria, enarbolando en su mano la palma del martirio. También f ué luego enterrado en el mismo cementerio de Jove y en lugar -desconocido, para que ni siquiera sus restos pudieran recibir más tarde el honor que se les debía; hasta en esto creemos que hubiera quedado satisfecha su ,¡}ma, enamorada ele la casta y sencilla humildad.
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