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• - 203 - MARTIR COMO SUS HERMANOS Efectivamente, en aquella tarde pesada y calurosa de agosto, como ya dejamos indicado, también el P. Ildefonso de Armellada, al igual que sus hermanos de hábito, se des– pidió 1d'e sus compañeros de prisión, de unos hasta el cielo y ·de otros hasta muy pronto, y luego·, resueltamente, $in oponer resistencia alguna a las órdenes de sus verdugos, aun a sabiendas del fin que le esperaba, con mansedumbre de inocente cordero, sube jadeante y fatigado, pero animoso y valiente, con sus sesenta y dos años de edad•, a la camio– neta preparada; va rezando el Rosario, como el mismo día de su detención cuando marchaba a pie por las calles en me– dio de los milicianos, recogido y sin atender para nada a cuanto le rodea, y así es con.ducic:lo inmediatamente al ce– menterio de Jove. Allí muere fusilado con el mismo grito en los labios: "¡Viva Cristo Rey!", y cumpliendo el más he– roico acto de caridad, perdonando a sus enemigos, a sus propios asesinos. Más tarde, al tener lugar la liberación de Gijón, uno de ellos, el que se confesó precisamente autor del asesinato ele nuestros Religiosos, declaró que lo único que les pidieron antes de morir fué "que no les hiciesen sufrir mucho", aña– diendo, asimismo, que les perdonaban de corazón lo que iban a hacer con ellos. Y, "aun cuando- prosigue el mismo de– clarante con cínico desenf~do--tenían la píldora dentro, con– tinuaban g;:itando lo mismo: "¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Es– paña ! ¡ Os perdonamos !". Por demás está el decir que en dicho cementerio descan– san también sus restos, sin haber podido ser ni localizados ni identificados. Por si acaso los testimonios de los que les fusilaron no bastasen, está el del médico forense, don Ho– r.orio Manso, que en el Registro Civil ha consignado el pro– pio nombre que en el mundo llevaba el P. Ildefonso, Segun– do Pérez, entre los que fueron fusilados ese dí.a, y allí fue– ron, asimismo, enterrados.

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