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- I99- gracia alg:ma. St:nlía natural horror y repugnancia a las prelacías, hasta el punto de que, para que no le eligiesen en adelante obtuvo posteriormente dispensa de los Superiores 1·1ayores para no aceptar ninguna. En aquel convento de San Martín de Trevejo, apartad·o de pueblos de importancia, sin apenas comunicación alguna y mucho menos por carretera, muy a propósito para el reti– ru y la oración, pero nada adecuado para las correrías apos– tólicas, por la gran dificultad para hacer los viajes, desem– peñó el cargo de Superior hasta 1915 en que, reconocidos los muchos inconvenientes y las pocas ventajas que ofrecía, se dejó, devolviéndolo a quien generosamente nos lo había cedido. VICE-DIRECTOR DEL COLEGIO DE EL PARDO Pasados luego cuatro años en que se dedica de lleno a sus actividades apostólicas de predicación, es designado <::n 1919 para Vice-Director del Colegio Seráfico de El Pardo, y, al mismo tiempo, Profesor. Ni que decir tiene que al reanudar sus tareas docentes escogió con preferencia la en– señanza del latín. Pero más que la enseñanza, a la que esta– ba acostumbrado, pesaba sobre él la carga, delicada sobre– rnanera, de gran responsabilidad, por otra parte, del cuida– do de los Niños Seráficos. No era, precisamente, el P. Di– rector el que estaba más en contacto con ellos, el que los ha– bía de corregir, el que los habría de formar, el que sería para e11os padre, guía, consejero, apoy0¡ y educador, sino más bien el P. Vice-Director. Por eso, era tan delicada su misión y, al propio tiempo, tan llena de responsabilidad. Estas consideraciones debieron influir grandemente en el ánimo del P. ILdefonso para recibir con repugnancia el nombramiento, aceptándolo con mucha dificultad y única– bente porque así se lo imponía la obediencia. Y con todo eso al año y medio no se sintió con fuerzas suficientes para se– guir adelante con aquella pesada carga. Tenía ya sus años,
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