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-194- DE VUELTA A ESPAÑA Durante los años que todavía vivió en la Provincia e-::– tuvo destinado en los conventos de León y Gijón. Su apos– tolado lo ejerció en este tiempo solamente en el confesona– rio, pues su enfermedad de la vista le imposibilitaba para cualquier otra actividad apostólica. Sin embargo, ftté incan– sable en ello, sin queja de ninguna clase, antes bien l!ev;Ín– dolo siempre con suma alegría y sonriente semblante, que era ejemplo y admiración ,d·e los demás religiosos. En Gijón se encontraba desde hacía algunos años. .:.-\1 estallar el Movimiento Nacional y darse cuenta de la situa– ción crítica en que se veían los Religiosos, varias veces se le indicó y hasta rogó que, puesto que se encontraba casi ciego y, por otra parte, era t~n nervioso, que saliera a una casa particula r , donde le habían ofrecido hospedaje. Mas él a todos los ruegos contestaba : "En caso de necesidad, yo no salgo hasta que· salgan los últimos". Así lo hizo. Al asaltar el convento los milicianos, con los demás se encontraba taml>ién refugiad•o en los sótanos; con ellos fué, asimismo, conducido a la Inspección, de allí a la iglesia de los Jesuítas y, más tarde, a la de San José, según ya dejamos referido al hablar del P. Berardo. TAMBIEN MARTIR El día 14 de agosto, una muchedumbre enloquecida irrumpió violentamente en la iglesia, converthd'a en cárcel, a las cuatro y media de la tarde, haciendo fuego sobre los indefensos detenidos. De la Casa del Pueblo llegó, a su ve?., una comisión de mujeres, armadas de cuchillos y hachas y e:xigiendo a grandes voces "les entregasen el Clero para ha– cerlo picadillo". Entre tanto, los presos, atemorizados, es– pantados, huyen a refugiarse en algún rincón de la iglesia y en los altares laterales, en espera de un fin inmediato, para evitar, a l menos, que los proyectiles, que desde la puerta e inmediaciones se disparaban, pudieran hacerles daño.

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