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-193- conquistarse las simpatías y el cariño de todos, siendo aun todavía muy vivo su recuerdo en aquella población. Sin embargo de sus muchos trabajos apostólicos, sigue muy quebrantada su salud', lo que le obliga a regresar nue– vamente a Caracas en 1923 a reponer sus fuerzas. En octubre de ·1924 es designado Superior y Párroco de Santa Inés de Cumaná. Muy limitado fué el tiempo que en d1cha parroquia pudo permanecer, a causa, como siempre. de su salud endeble que le constriñe a contraer sus activida– des a la iglesia parroquial, donde, sin embargo, lleva a cabo notables reformas y mejoras. Enfermo y casi sin vista pidió nuevamente un tiempo de descanso, retirándose al efecto a Caracas el 1 de enero de 1926. Una vez en la capital, reco– tlociendo que le era imposible cumplir con sus deberes de párroco por el estado de salud, presentó la renuncia de Su– perior y P árroco d'e Cumaná, y aunque en un principio no fué aceptada, luego consiguió ser exonerado de dicho cargo. Por ese mismo motivo de su quebrantada salud, sobre todo por la falta casi total d'e vista, se vió obligado también a regresar a la Provincia en septiembre de 1926. No queremos, sin embargo, terminar la narración de esta época de su vida de misionero, sin consignar aquí el testimonio rde su vida ejemplar y edificante en Cumaná, dado por uno de los caballeros más prestigiosos e influyentes en la ciudad, quien, al enterarse de que el P. Arcángel había sido fusilado por los rojos, dijo estas textuales palabras: "¿Cómo se atreve a llamar Gobierno legítimo de España a unas autoridades que consienten el asesinato de un hombre que aquí jamás se metió con nadie y sólo s~ ocupaba de re– zar, visitar enfermos y enseñar la doctrina? Eso puéde Ha– marse cualquier cosa menos gobierno" ( 1 ). (1) Así nos lo dice el P. Nicolás de Cármenes. en carta particular.

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