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- r8r - valiéndonos para ello de testimonios fidedignos proporcio– nados por testigos presenciales. CARIDAD HEROICA Cuando la Guardia Civil se retira de nuestro convento en las primeras horas del día 21, los religiosos, ante el peligro que se cernía sobre ellos, se preparan para salir a la calle: se afeitan, se visten de seglar y esperan acontecimientos: Alrededor del convento reina ahora aparente calma, que al– gtmos aprovechan para salir. Sigue aquella aparente calma hasta cerca de las ocho. El P. Berardo, no fiándose en modo alguno, sale a la panadería adosada al convento a cambiar impresiones y enterarse de lo que ocurre. " ¿Cómo marchan las cosas?", pregunta ai panadero vecino y a uno de nues– tros religiosos, Fr. Lázaro, que había salido ya del conven– to. Uno y otro le indican que las cosas marchan de mal en peor : que los religiosos corrían inminente riesgo al seguir allí y, ,por consiguiente, que sin pérdida de tiempo debían abandonar la casa. Así lo comprendió también el P. Berar·– do, y cuando se dirigía a toda prisa al convento para comn– nicar a los demás tan· negras impresiones, una bomba de mano, lanzada por un miliciano, explotó casi a sus pies. Era el momento en que una banda de milicianos, que se dió a sí misma el nombre de "grupo del Arenal", aludiendo sin duda ai barrio en que está emplazado nuestro convento, comenza– ba. a tomarlo por asalto, abriendo al propio tiempo nutrido fuego de fusil. Por eso el aviso que iba a t ransmitir el Pa– dre Berar.cro era ya tardío. No queremos, sin embargo, pa– sar por alto su gesto heroico en aquellos momentos. Si en lugar de venir a avisar a los otros religiosos, él se queda en la panadería o sale a la calle, se hubiera salvado a buen se– guro. Su caridad heroica habrá sido tenida muy en cuenta por Dios. Para salvarse le fué preciso refugiarse en los sótanos con los demás, que, al oír el tiroteo, buscaron aquel lugar como más seguro. Pero las bombas explotan contra las puer-

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