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- 172 - Durante la jornada se produjeron varios choques entre fuerzas del Ejército y los revolucionarios; aquéllas tuvieron que replegarse a sus cuarteles, quedando entonces la Guardia Civil sin su apoyo, aislada e impotente para poder actuar. Por eso en las primeras horas del siguiente día deja nuestro convento, se repliega también a su cuartel y lueg-o se rinde y se entrega. EL CONVENTO ASALTADO. Sucedía esto a 'las cuatro de la mañana del 21. Los Reli– giosos que no habían sido avisados de antemano de tal de– terminación, se encuentran perplejos sobre lo que han ele ha– cer. Por de pronto, se sume el Santísimo y se da orden para que todos se arreglen convenientemente, se afeiten y se vistJ.n de seglar, poniendo encima el hábito. Así se pasa bastante tiempo, tiempo precioso que debieron aprovechar para salil– ~lel convento, pues fácilmente se podían temer las represa– lias que los rojos tomarían al verlos indefensos, sin la Guar– dia Civil. Tres de ellos, los Pacltes Daniel ele Sardonecio y Lucas ele Valladolid, así como Fr. Lázaro ele Villares, así lo hicieron; salen vestidos de paisano por la puerta trasera a la panadería contigua y van tranquilamente a casas particu-· lares sin que nadie les moleste. "¡SOMOS GENTE DE PAZ! '' En cambio los otros siete, al sentir luego que comienza el tiroteo contra el convento, se refugiaron en el sótano para mayor seguridad; y, cuando ·Jos milicianos, temiendo cual– quier sorpresa, se lanzan al asalto, arrojando bombas de mano y cartuchos de dinamita, cuyas próximas y hon-ibles explosiones a uno y otro lado del sótano hacen trizas las ven– tanas y vuelan las puertas, los Religiosos, que sienten caer sobre si una lluvia de metralla, cristales y astillas, se prep<-t– ran a bien morir, creyendo había llegado su última hora; se dieron mutuamente la absolución sacramental y comenzaron

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