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-171 - No obstante las noticias que se recibían, el culto sig·uió ·como siempre. El mismo doming-o día 19 se abrió la capilla, se dijeron las Misas acostumbradas, incluso la de las diez y media, la de la Catequesis. Pero apenas ha ter~inado, en– tran varias mujeres en J_¡:t. iglesia, asustadas y medio alboro– tando, en busca de sus hijos. No saben lo que sucede; lo úni– co que pueden decir es que algo g-rave debe pasar, pues los obreros han mandado a la gente que se retire de la playa. El P. Director suspendee entonces la Catequesis: da orden a los niños que en modo alguno vayan a la playa, sino que· inmediatamente marchen corriendo a casa. Rezan a continua– ción tres A vemaría:s por España a la Santina, que era el ti – tular de Ji capilla, y les despide diciendo:· "Hasta otro do– mingo" ... ¡Qué distante iba estar de aquel 19 de julio de f936! Por la tarde se retiró el Santísimo de la capilla a una celda; en ella estuvieron velando los Religiosos, lo mismo que el siguiente día, pidiendo por la paz. COMIENZA LA LUCHA Apenas había comenzado la refriega entre la fuerza pú– blica y los revolucionarios, en las primeras horas del día 20, y precisamente cuando los Religiosos acaban de levantarse, llegan varios números de la Guardia Civil a la puerta de la capilla, pidiendo les fuera franqueada prontamente la entra– da. "Abran inmediatamente-gritaron-, que hay tiroteo; somos la Guardia ·civil que tenemos orden de ocupar la azo– tea de ustedes." El P. Guardián, no creyendo prudente abrirles y permi– tirles el pas o por la capilla, les contestó: "Vayan ustedes por la portería; allí se les abrirá." Así lo hicieron, subiendo rá– pidamente a la azotea para tomar posiciones. En la azotea estuvieron disparando sus fusiles con frecuencia, con tan buen acierto en una ocasión, que al pasar por la tarde cerca del convento un camión blindado, a una descarga cerradJ. quedó inut ilizado en plena calle.
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