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- 168- lino de Cedillo. Una vez acabada, el P. Sixto de Pesquera pronunció la oración fúnebre, "para deramar -,dijo- el perfume y el aroma de esas seis flores franciscanas" que ofrendaron su vida por Cristo y por España. Refiere algu~ nos pormenores interesantes de su martirio y desarrolla la idea de que si ei soldado que muere en el {rente de batalla salva con su muerte la Patria, la Iglesia tiene también sus soldados que con su martirio salvan la fe y la civilización del mundo. Terminada la oración, las cajas fueron de nuevo lleva– das a hombros hasta la puerta de la iglesia. Rezado aquí el último Responso, se organizó la fúnebre comitiva hasta la Glorieta de Atocha, en que se despidió el duelo. Desde ella en numerosos coches se trasladaron á. la Sacramental de San J sidra los Religiosos, los familiares de las víctimas y muchos fieles. Allí, en la cripta que de antiguo tienen los Padres Capu– chinos en el patio de la Concepción, Pabellón ro, fueron lue– g·o depositados los féretros, cada uno en su nicho. El lugar que ocupan, el más destacado, el más distinguido, es el com– partimento central a mano derecha según se entra. Más tar– de se .puso en cada nicho una inscripción con las fechas co– rrespondientes de nacimiento y martirio. Descansen en paz los que supieron morir gloriosamente por Cristo y por España. ,

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