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- 164 - resto de su vida, dedicado por entero al servicio de Dios, de la Comunidad y del Colegio Seráfico, unas veces como reca– dista, otras ayudando al hermano encargado de la huerta o Líen acompañando a Fr. Primitivo en los viajes que hacía a Madrid con la camioneta. Sin embargo de no ser religioso, siempre se distinguió por la sumisa obediencia con que recibía las órdenes de 1os Superiores de la Comunidad, y las ejecutaba ciegamente, y 1,) mismo en su porte externo que en sus palabras dejaba en– trever la humildad que abundaba en su corazón. Sobresalió asimismo por la bondad y mansedumbre de su carácter y por lo servicial que siempre se mostró para con todos cuando se le pedía algún favor. DETENIDO Cumpliendo con exactitud sus deberes en los trabajos y ocupaciones que la obediencia le encomendara, le sorprendió también la revolución en el convento de El Pardo el 21 de julio, siendo llevado, como uno de tantos religiosos, al Orfa– nato, después a los sótanos de los cuarteles y más tarde a la Dirección de Seguridad, de donde salió en libertad el 2.). Marchó luego a una pensión de la calle de la Cruz, donde estuvo sin ser molestado, en compañía de otro religioso nue~tro, Fr. Crispín ele Urnieta, hasta el 21 de septiembre. En ese día, después de un reg·istro llevado a cabo en la pensión, los milicianos que la hicieron. creyeron ver causa suficiente para su detención en unos mapas donde, según ellos, iban trazando líneas indicadoras de los avances de los nacionale-;. Fueron conducidos por ellos. no sabemos si a una Comisaría o a una checa, pues Fr. Crispín, dada su avanzada edad, apenas se dió cuenta de lo que a su alrededor pasó. Allí se les hizo un largo interrogatorio sobre lo que eran. ~staclo, condición y, sobre todo, si trabajaban manualmente ; y no fiándose de lo que ellos contestaban, miraban reiterada– mente sus manos para ver si efectivamente tenían callos y muestras ele trabajo manual.
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