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- 9- VIDA DE LOS RELIGIOSOS DURANTE LA REVOLUCION Nos referimos al hablar así a la labor llevada a cabo por Jos Padres y por los Hermanos durante ese período revolucio– nario, porque no faltaron tampoco tiempos de relativa calma durante los cuales ni unos ni otros estuvieron oc1osos en modo alguno. Señalemos en primer lugar la labor de los Hermanos, labor que podíamos llamar de ayuda, de cooperación impor– tante y efícaz, consistente en servir a los religiosos en sus men<¡steres materiales, buscando a unos casas donde alojar– se, proporcionando a otros ropas que no se podían hacer fá– cilmente o arreglándolas; a otros, víveres, sohre todo para aquellos que corrían m;ás peligro y tenían que estar escondi– dos; haciendo recados, dando y recibiendo avisos, visitando a los que estaban en las cárceles o Embajadas, ayudando a los Padres en sus ministerios. buscando recomendaciones o documentación adecuada y, por fin, trabajando en algún em– pleo para no ser tan gravosos a los bienhechores, a los que en muchas ocasiones prestaron esos mismos servicios y otros de mayor cqantía, mereciendo por ello su estima y aprecio. Esa misma labor de los Hermanos la realizaron también en gran ,Parte los Padres; mas si la de aquéllos fué necesaria– mente restringida, la de los Padres tuvo, además, mayores proporciones, dado su carácter sacerdotal. Todos, lo mismo los que estuvieron en cárceles o Em– bajadas que los que gozaron de libertad, ejercieron con asi– ·luidad su sas~-rado ministerio, y esto ya desde los primeros días de la revolución, en que comenzaron a visitar las fami– lias conocidas para llevarles palabras de consuelo y de alien– to, confesarlas y administrarles la Sagrada Comunión. Varios de los Padres pudieron decir la misa todos los días, y, a excepción de los que estuvieron en cárceles o en fortifi– caciones, podemos afirmar que la dijeron todos a partir cíe 1937. A ellas asistía gran número de personas, no obs– tante el peligro que se corría y las grandes dificultades que