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-159 - dencia y por mandato de los Superiores, le era forzoso des– pojarse del hábito para venir con la camioneta a Madrid, y asimismo a ir sin barba, a fin .de no llamar la atención de la ~ente y exponerse a frecuentes peligros. En cambio tuvo la desventaja de que, como luego veremos, no pudiese pasar t<Ln desapercibido y fuese conocido más fácilmente. En esas ocupaciones le sorprendió la revolución el 21 de julio en el convento de El Pardo. Con los demá<S relig·iosos fué también conducido al Orfanato primero y luego a los cuarteles del Regimiento de Transmisiones, y de aquí a la Dirección de Seguridad. En uno y otro sitio fueron tales los sufrimientos físicos y, sobre todo, morales que pasó, que estuvo a punto de perder la cabeza. Se acordaba muchas ve– ces de Jos Niños Seráficos: eran su obsesión, preocupado de h suerte que habrían corrido al separarse de ellos, y repetía con frecuenc ia: "i Dios mío: yo me ofrezco por todos ... , quiero morir por todos ... , que me matan a mí por todo:).~' EN LIBERTAD Y CON BUENA DOCUMENTACION Cuando el 25 de julio le pusieron en libertad, se dirigió a la casa de un conocido suyo de la calle de Lope de Vega, Sr. Izquierdo, cuya señora era también de su pueblo natal. Llegó a dicha casa sumamente emocionado, llorando como un niño. Aquí estuvo por espacio de unos quince días y lue– go marchó a casa de unos sobrinos suyos que vivían en Cua– tro Caminos. L:t causa fué que uno de los días, al volver a casa, observó que varias porteras de las casas circunvecinas estaban juntas charlando y haciendo sus comentarios. Fray Primitivo, que por centenares de veces había pasado por di– cha calle, lo mismo en hábito que de seglar, temió un tanto no le hubieran conocido, y al entrar dijo a la señora este adagio muy común y vulgar en su pueblo: "Reunión de zo– rras, alboroto de gallinas". Por este motivo, y por creerse al propio tiempo más seguro, marchó a vivir con sus sobrinos, afiliados a la C. N. T., aunque lo habían hecho por razón ele

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