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- 156- Pardo, eran luego llevadas a enterrar a dicho ceme!}terio, apareció un cadáver, apretando con sus descarnados huesos las cuentas de un rosario, igual en un todo al que solemos llevar los Religiosos colgados ele la cuerda. Cierto que el enterrador solamente ha consignado que en el libro que clió sepultura al cadáver ele Fr. Gabriel en la fosa grande, fosa que a la vendad todavía no ha podido ser localizada. Sin embargo, se ha supuesto, y creemos que con sobrado fun– damento, que los restos de ese cadáver, consistentes en hue– sos descarnados enteramente, pues todo lo demás ha desapa– recido por completo, consumido por la cal viva que echaban sobre tocio cuerpo a que daban sepultura, sean con toda se– guridad de Fr. Gabriel. Por eso han sido separados y de– positados en la sepultura de varios cuerpos donde reposan los Religiosos fallecidos del convento de El Pardo. Allí murió y allí fué sepultado también Fr. Gabriel: en aquella tierra regada primero con sus sudores y luego con sn sangre, víctima de unos foragiclos, valiente testigo de Je– suc't·isto, que prefiere mil veces la muerte antes de blasfe– mar su nombre sacrosanto.
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