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- TJ2- nos ha proporcionado cuantos datos daremos luego sobre su muerte. No tememos consignar aquí su nombre : se llama don Alfredo Fernández Langa, salvado casi milagrosamente de una muer te segura. Dicho señor fué detenido el día 26 del mismo mes y ese mismo. día ingresó también en la checa donde ya se encon– traba el P. Gregario, quien confidencialmente le refirió ('S– tns noticias. Al frente de esa checa estaba un tal Alberto Vázquez, que ostentaba el grado de capitán y que había sido antes chófet· del conocido novelista Pedro Mata; era quien dictaba las sentencias de muerte. Con él estaba un hermano suyo, por nombre Antonio, que se daba el trato de alférez, y era el en– cargado de .dar el tiro de gracia a los que fusilaban. F inal– mente, y por no citar otros nombres, actuaba un tal Antoni o Flórez, que tenía las pretensiones de teniente. En esa misrna checa habí?. otros muchos detenidos, casi todos ellos ing-enieros y altos empleados ele la Compañía de Ferrocarriles M. Z. A. El P. Gregorio pasaba como uno de tantos: se le tenía por los dir igentes como jornalero, y se le designaba con el nombre de Juan Be rmúdez. Aparte de otros muchos sufr i·– mientos f ísicos y morales, a que estaban sujetos los a llí de– tenidos, el P. Gregorio pasó tres días sin comer absoluta– mente nada; su estómago, en extremo delicado, no sufría en manera a lguna la a litTlentación que allí se daba, consistente solamente en lentejas y ésas mal condimentadas. Unicamen– te el día 2G. el día antes de su muerte, le permitieron tomar algo de leche. El P . Gregorio pasaba enteramente desconocido. como hemos dicho; hasta se pensó en ponerle en libertad en vista de que no había acusación alguna contra él, y "a· buen c;e– guro lo hubieran hecho-nos refiere el señor Fernánclez Lan– ga-si no hubiesen descubierto al fin lo que era". El día antes de su muerte. sin que hayamos podido a,·c– r iguar ni siquiera imag-inar el cómo. los que estaban a l fren-

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