BCCAP000000000000135ELEC

- 131 - que formaba la gente ante los despachos. ¡ Cuántas amargu– ras debió pasar y cuántos sinsabores debieron costarle aque– llas horas transcurridas con gran paciencia y diariamente ante las lecherías, entre personas, faltas de ducación la ma– yor parte- de ellas, de soez lenguaje y que no se recataban de Henar de denuestos a todo el que les parecía de derechas ~ EN LA CHECA En la dicha pensión de la calle de Covarrubias vivía, aun– que sufriendo, sin ser por nadie molestado. Por otra parte, tenía la documentación en regla que le daba cierta tranqui– lidad, y con ella podía al menos parar el primer golpe, en raso de tln registro. Pero llegó el 23 de agosto. Obedeciendo sin duda a una denuncia, que no sabemos haya sido precisamente contra el P . Gregario, se presentó en la pensión un grupo de milicia– nos. El que venía de mandamás llevaba en su mano un papel y preguntó a la dueña de la pensión por un individuo que eilos decían " era fraile o cura". La dueña co-ntestó negando rotundamente que allí se encontrase tal individuo. " Aquí no hay más que un señor- añadió- ; pero se llama Juan Ber– múdez" (era el nombre supuesto del P. Gregario). " Pues que venga''- contestaron ellos. Compareció el P . Gregori0; le pidieron la cédula perso– nal, en la que aparec·ía consignado el nombre de Juan Ber– múdez y con oficio de jo1'nalero. Viendo frustrados sus in– tentos tde encontrar a l fraile o cura que ellos buscaban, le di– jeron : "De todos modos tú te vienes con nosotros : quizás tú conocerás al pájaro que buscamos o, -por lo menos, averigua– remos dónde está". Se lo 11evaron, pues, a la checa de la calle del Marqués de Riscal, número I, checa que actuaba bajo la inmediata dependencia del entonces ministro de la Gobernación, An– gel Galarza Gago. En ella ingresó el mismo día 23. Así nos lo ha referi.do personalmente uno de sus com– pañeros de prisión en la mencionada checa, quien asimismo

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz