BCCAP000000000000135ELEC

- 114- riño por parte Klel personal allí empleado. Pudieron asimis– mo hahlar con los religiosos, y en su compañía pasaron tam– bién el día 23, en el que tuvieron que despedirse de ellos con gran dolor y muchas lágrimas. En el Orfanato siguieron hasta Navidades del mismo año, a excepción de los que tenían familiares en Madrid o en puntos sujetos al dominio rojo, que, reclamados por ellos, marcharon a sus casas. Los demás fueron evacuwdos a Va– lencia a fines de diciembre, y allí separados en dos grupos: los menores de quince años fueron evacuados a Francia, y los restantes quedaron en Valencia, optando unos por per– manecer en un Orfanato y eligiendo los otros salir a traba– jar, colocándose en oficinas, restaurantes, etc. Así pasaron la guerra. Muchos de ellos supieron conser– var el tesoro de su vocación religiosa y sacerdotal, regre– sando, finalizada la contienda, a su Colegio Seráfico, que tantas veces habían añorado. EL CONVENTO DURANTE LA REVOLUCION Nada hemos dicho del convento, colegio e iglesia y de la suerte que corrieron durante la revolución, así como de cuantas cosas había en ellos. Al despedirse los milicianos de Madrid de los de El Par– ,do, una de las cosas que más insistentemente les recomen– daron fué el que colocasen cuanto antes letreros indicadores de que aquel edificio les pertenecía. Allí se alojaron los milicianos de El Pardo y a ellos se juntaron pronto otros de Madrid, quedando así dueños ele todo y disponiendo a sus anchas sin que nadie se lo impi – diese. Con ellos había también algunos guardias de Asal– to, y unos y otros se dedicaban a vigilar el monte, haCiendo <:orrerías y descubiertas con el fin de capturar la gente de derechas que pudiese haber refugiada entre sus espesuras. Más tarde, y. pasados los primeros momentos de con fu– sión, fué convertido en cuartel. Quisieron asimismo insta-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz