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ligro extremo. Tampoco se pudieron retirar otras muchas cosas, pues de otro modo hubiera sido necesario haber ce– rrado la iglesia. Téngase además en cuenta que los acontecimientos fue– ron para todos una sorpresa, en cuanto al tiempo, lo mismo c¡ue en cuanto a la duración y proporciones de la catástrofe. ESTALLA EL MOVIMIENTO Desde Semana Santa principalmente se hacían más in– &istentes los rumores de que algo importante y trascendental iba a ocurrir en nuestra Patria. No era tampoco para nadie un secreto el que los militares estaban preparando un levan– tamiento; pero pocos conocían el momento oportuno y na– die pocl.ía prever concretamente el éxito o el f racaso de lo que se tramaba. Esos rumores se acentuaron sobremane ra a partir del asesinato del señor Calvo Sotelo en la madruga– da del I 3 ele julio. Los Superiores de nuestra Provincia se hallaban en esos días reunidos en Madrid, y en la tarde del 16 se les comu– uicó casi oficialmente que en la noche del 16 al 17 se lleva– ría a cabo un levantamiento militar en Africa y Pamplona conjuntamente. Así fué. En las primeras horas de la mañana del día 17, apenas abierta la iglesia, dos señores piden urgentamente la Sagrada Comunión. Han pasado la noche en vela y quieren cuanto antes retirarse a sus casas a descansar. Nos explican l;t causa de todo, diciendo que se han cortado gran número de comunicaciones con provincias: que Pamplona se ha le– vantado, que Africa ha hecho lo mismo, etc. Se trata del di– rc>ctor de El Debate y de uno ele sus redactores. Los perió– dicos vienen luego a confirmar, en grandes titulares, los ru– tnores esparcidos. No obstante, en Madrid se sigue la vida normal hasta la mañana del día 19.

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