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- 112 - quitándoles cuanto creen útil o peligroso. Un incidente ca– sual Les dlió a conocer toda la amargura de aquel trance y la transcendencia de aquellos momentos aciagos. Al querer apropiarse uno de los milicianos de un Qbjeto recogido a los religiosos, otro se opuso terminantemente a ello, replicando entonces el primero: "¿No sabes que a éstos ya no les hace falta? ¿A dónde crees que les vamos a llevar esta noche?" Esas palabras y la actitud adoptada por los milicianos vinieron a persuadir a los religiosos de que era necesario prepararse a bien morir. Así- lo comprendió también el Pa-– dre Guardián, Alejandro de Sobradillo, quien no pudo por menos de hablar a los demás para exhortarles a que, como religiosos, se preparasen para ofrecer sus vidas por Dios y por España: que encomendasen sus almas a Dios con fe¡· – vor y que hiciesen un acto ele contrición. Momentos después .da a todos la absolución sacramental. Y van pasando las horas largas, pesadas, fatigosas, que los religiosos apro,·echan para confesarse y animarse a la muerte ... Y mientras unos leen el capítulo de las Florecillas, que trata ele la perfecta alegría, otros. imitando al Seráfi– co Padre San Francisco ya moribundo, leen en alta voz la Pasión del Señor, según San Juan, y otros rezan, a su vez, la recomendación del alma .. _ Llega por fin la noche y con ella una orden de preparar– se para ir a Madrid. Son separados los Padres de los Her– manos, y en tres coches y custodiados por guardias de Asal– to, son conducidos a la Dirección de Seguridad. Allí, después de ser fichados, bajan a los sótanos, don.. de se encuentran ya más de seiscientos hombres apiña~dos, más bien hacinados. Allí pa~an la noche ele pie, sin poder descansar, ni siquiera sentarse. Así, en la misma incómoda postura, pa~an también el siguiente día; en él, Fr. Feliciano de Tarilonte, Corista, que se encuentra enfermo de cuida– do, es llevado fuera de la Dirección a un hospital, gracias a la intervención tde un joven médico, detenido también.