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-110- te de que allí se vayan arreglando; pero, en realidad, con la aviesa intención tde terminar con ellos. Sus intentos, según manifestó el mencionado teniente coronel, no eran otros que los de colgar a los religiosos de los pinos y luego rematarlos a tiros. Cuando los milicianos entran a saco en el convento, tUl policía que con ellos había venido, se dirige, acompañado del P. Abel de Bilbao, a donde se encuentran los niños, al dor– mitorio; lleva en sus manos una pistola ametralladora. "Acercaos a mí", les dice por todo saludo. Los niños, des– confiados y temerosos, no lo hacen sino después que el re– ligioso se io manda. "¿Creéis-añadió-a la Policía?" Vol– vió entrmces la punta de la solapa y mostrando la placá clis– tintivo, prosiguió: "Pues si me creéis, vengo a deciros que no 1 engáis miedo, que nada os pasar{t ., . Momentos después. llega también al dormitorio el Padre A''elino de Cedillo, vestido ya de seglar, todo azorado, quien, sin otros preámbulos, habla a los niños para decirles qne hflgan un acto de contricción ... que se preparen para reci– bir la absolución de sus pecados. Todos caen ele rodillas, y entre suspiros y sollozos, reciben la absolución sacramen– tal. Luego les manda que bajen a la plazuela del convento, corno así lo hacen, acompañados ele otros varios relig-iosos encargado3 del Colegio. La plazuela se encuentra llena de milicianos con fusiles y pistolas; al ver a los religiosos que acompañaban a los niños, marchan hacia ellos en tono ame– JJ.azador. Gracias a la voz de un guardia que les grita : u¡ Alto: obedecer todos al teniente!", nada desagradable su– cedió, como era de temer. Los niños reciben orden de subir a las camionetas, de antemano preparadas, que parten luego en dirección del pue– hlo, hacia el Orfanato. Mientras tanto, los religiosos que con ellos estaban Yan a juntarse a los demás que, como hemos dlicho, se han ido reuniendo en el jardín ele la portería. Al mismo tiempo, los mi licianos disputan acaloradamente entre si sobre lo que han de h~cer eh~ lo~ religiosos; al fin triunfan los de El Pardo.
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