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·~ 109 - tras pasa él a hacer un registro. Luego que queda solo con los religiosos, les dice para tranquilizarles: "No teman us– tedes; no les ha de pasar absolutamente nada. Sólo quere– mos hacer un registro". Recorre, efectivamente, con el Padre Guardián y varios religiosos !as distintas depe11!dencias del convento. Al mis– mo tiempo. el Padre Guardián le insiste repetidas veces: "Lo que más le pedimos es que se salven los niños ... que no les pase nada a los niños ... " Ante esa preocupación, el mismo teniente coronel se dirige a donde se encuentran aquéllos : al dormitorio. Al verlo todos se sobrecogen de miedo. Mas él, con dulces palabras, trata de calmarlos, diciéndoles que no teman, que nada les pasará. A continuación les pregunta si estaban contentos allí, si les trataban bien, y, a las res– puestas rotundamente afirmativas de los niños, añadió: "Pues bien : no tengáis miedo: tampoco ahora os va a pasar nada; tamhién se os tratará bien". Se despide de ellos y vuelve a la portería al encuentro de los ,milicianos, quienes, desobedeciendo las órdenes por él dadas, habían franqueado la puerta y entrado en el recibi – clor interior. "He recorrido-les dice-todas las dependen– cias del convento y no he encontrado arma algun(\; por con· siguiente, aquí no hay nada que hacer". Pero los milicianos le contestan bruscamente, diciendo que para aquello sola– mente no merecía la pena de haberse tomado la molestia de haber veniJdo de Madrid. Ante la actitud amenazadora que toman, el teniente coronel se cruza de brazos y los milicia– nos, divididos en grupos y yendo al fr.ente de cada uno de ellos un miliciano de El Pardo, cual torrente impetuoso que se desborda, ir rumpen en todas las oficinas del convento, entran en las ceLdas. penetran en todas las dependencias, ro– han cuanto encuentran, destrozan los cuadros y objetos re– ligiosos, etc., y en pocos momentos el convento se convierte en una plaza donde no hay más que confusión, griterío, des– orden y destrucción . A cuantos religiosos encuentran los cachean y los van juntando en el jardín de la portería, con el pretexto aparen- .

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