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- 108 - Pardo otros, formando un número aproximado de seiscien– tos. Cercan el convento y colegio, lo mismo que la huerta, en plan de asalto, y, a una señal convenida, precisamente en el momento en que en el refectorio se sirve el segundo pla– to, se inicia un intensísimo y prolongado tiroteo de fusil y ametralladora, cuyas balas entran por puertas y ventanas y van a parar a los pasillos, a los comedores, a las celdas, al !dormitorio, sembrando el pánico y la confusión en reli– giosos y niños, que abandonan precipitadamente el refec– tono. Los niños suben corriendo las escaleras y se dirigen al dormitorio, donde comienzan a cambiarse de ropa, que ya · tienen de antemano preparada. Poco después llega el Padre Bernardino de La Granja, uno de los Padres encargados de los niños. Percatándose del peligro que podía correr el San– tísimo, marchó a la iglesia, toma en sus manos el copón y va luego a toda prisa al dormitorio y comienza a distribuir la Sagrada Comunión a los niños. ¡ Con qué feror caen to– dos de rodillas y reciben en su pecho al Dios de la fortale– za!. .. ¿Sería tal vez aquella la última vez que lo iban a re– cibir? ... También los religiosos salen inmediatamente del refec– torio. Unos marchan a sus celdas a cambiarse de ropa; otros se dirigen a la iglesia a orar ante el Sagrario, mientras otros Jo hacen ante la imagen del Santísimo Cristo. Entre éstos se encuentra el Padre Guardián, Alejandro de Sobradillo; a su lado están también el P. Cornelio de San Felices y Fray Honorato de Villanueva, el portero del convento. De pronto se oyen fuertes golpes en la puerta de entra– da, con ánimo al parecer de derribarla. El Padre Guardián delibera con los que están a su lado sobre lo que se debe ha– cer, y, como los golpes se oyen cada vez con más intensidad, se deciden a ir a abrir. Al correr el pestillo y preguntar lo que desean, la voz tdfe un teniente coronel de la Gnardia Civil grita con imperio: "Abran ustedes, que no les ha de pasar nada". Así se hace, y entonces el teniente corond manda a Jos milicianos que no entren : que esperen a la puerta mien-

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