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CONVENTO DE El PARDO El devoto peregrino o el curioso visitante que en 1936, después de subir la empinada cuesta que se extiende desde el pueblo de El Pardo a la vulgarmente llamada capilla del ·Cn'sto, se acercaba a la portería 4el convento, leía en una hermosa placa, fijada en la puerta del convento, estas pa– labras: T1t- Providencia y nuestra fe mantend,rán esta casa en pie. Y bien podemos afirmarlo que así fué y que solamente la mano provi,dencial de Dios pudo hacer ese prodigio de que se conservara el convento y la iglesia del Smo. Cristo de El Pardo sin ser destruídos ni incendiados, aunque, a decir verdad, quedaran grandemente maltrechos. Efectivamente; preciso es confesar que el convento d: El Pardo fué, entre todos los de la Provincia de Castilb que estuvieron bajo el dominio rojo, el que más sufrió, no sólo desde el punto de vista material, sino también en cuanto al personal se refiere. Nada tiene de extraño, si se tiene en cuenta que allí vivía una numerosa Comunidad, compuesta .de diciesiete Padres, un Corista y doce Hermanos, y jun– tamente estaba el Seminario Seráfico, en el que a la sazón se hallaban 131 niños dedicados al estudio y preparándose para ser luego religiosos y sacerdotes. H e aquí los nombres de los que formaban entonces b Comuniood de El Pardo: R. P. Alejandro, de Sobradillo, Guardián. R. P. Emilio, de Madrid, Vicario y Director del Co– legio (ausente, en Bilbao). R. P . Constantino de Alcedo.

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