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ART. ll: CAPÍTULO DE CULPAS 3i culpa que soy mal 7eligioso, poco. atento a mis obliga– ciones e' inmo1'tificado, y en pa7ticula1' me acuso de .. . Aquí se acusará de alguna falta de disciplina que hubie– ra cometido y que no envuelva ninguna infamia, como de haber llegado tarde al coro, de haber faltado al silen– cio y de otras semejantes. 85. Cuando el religioso men.os antiguo comienza a decir la culpa, los demás se inclinarán también profun– damente, teniendo las manos juntas, y así permanecerán hasta que aquél llegue a pronunciar las palabras : y en pa7ticula1'. A estas palabras se incorporan todos, a excep– ción del que se acusa,. quien debe escuchar inclinado los consejos o advertencias que el Superior le haga. Si el Su– perior se dirige alguna vez a la comunidad en general, todos los religiosos inclinarán la cabeza en señal de reS– peto y obe~iencia. La penitencia ordinaria que imponga, sea un Padrenuestro y Avemaría o una Salve, que se reza acto seguido con Jos brazos en cruz. 86. Si el Superior desea escuchar la culpa de varios o de todos los religiosos, entonces el religioso que pre– cede al más joven, luego que a éste -haya impuesto el Su– perior la penitencia, dice: y en pa7ticulaT de ..., acusán– dose aquí, como el primero, de alguna falta externa de disciplina. De esta suerte continúan los demás hasta que el Superior dé a entender que basta, diciendo : Rece:n, to– dos. un. Pad7enuest7o y Avema1 'Í.fl o una Salve . Cumplida la p enitencia, dicen, estando inclinados y con las manos jun tas: Se(JJ po7 am01' de Dios. Besan en t ierra, toman el manto y se levantan . 87. Para decir la culpa, los religiosos se quitarán el manto, excepto los padres, los coristas que hayan termi-

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