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3/¡Q Pl\!l'l'. !V, CI\P. ÚNICO: PIUVILEG., PRECEO., URDAN. 928. Cuiden además los religiosos de que sus ade– manes, su paso, su conversación, en una palabra, toda su conducta, no revele sino gravedad, ret::ato y religio– sidad, evitando toda ligereza, así en el andar y en lo-> ademanes como en el hablar l. 929. Visitas.-Procuren, sobre todo en las visitas, portarse con la máxima circunspección, así en cuanto a la hora de hacerlas, como también al tiempo que en ellas han de emplear, para no resultar molestos o pesados en las mismas. Y cuiden asimismo de no prolongar las visitas que reciben en nuestros conventos. 930. Por ser la MESA uno de los sitios en los que más se echa de ver la mala educación de las personas, pór– trnse con ,·erdadero esmero, tanto en la manera de sen– tnrsr y colocmse, romo en el debido uso del cubi,.rto, máxime cuanl~O por necesidad se vean precisados a co– mer fuera del convento ¡ y en este caso no dejen de b~n­ decir y dar gracias anles y después de la comida, al me– nos rezando un Padrenuestro, Avemaría y Gloria, y si fueren sace:·dotcs haciendo con la mano la señal de la cruz sobre la mesa al mismo tiempo que dicen : Benedic, Don~ine, ttos..., y para dar gracias: Agimus tibi ..., con el Padrenuestro, etc. 931. P aseo.-Cuando por honesta recreación, o por cualquier otro motivo, salieren varios religiosos junto::. del convento, observen, al par que las leyes de la mo– destia religiosa, las de urbanidad, dando siempre ei lu– gar de preferencia a los Superiores o ancianos. 932. Hospedaje.- Y cuando por necesidad se vieren preci&'tdos a hospedarse en conventos de otras Ordene!' 1 Conc. de Tren lo, Ses. XII, c. 1, de Reform.

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