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AR'l'. VIl : trgRMANO ENFERMERO 265 693 . Si fuere necesario velar por la noche al enfer– mo, pedirá al Superior le señale algunos otros religio– sos para ello ; a los que explicará todo cuanto tengan que hacer con el paciente. S i la enfermedad fuere contagiosa, adóptense las pre– cauciones que el médico juzgare necesarias para evüar el contágio de los religiosos y del enfei=mero. 694. Tenga mucho cuidado el enfermero y también el S uperior de que los enfermos no salgan de la enfer– mería prematuramente, antes de estar completamente res– tablecidos ; de lo contrario, puede fácilmente sl}ceder que recaigan en la misma o más grave enfermedad. Conviene proceder en esto de manera que, sin faltar al celo por la observancia, se conceda lugar preeminente a la caridad. Sea el médico quien, en caso de duda, In resuelva, y con su consejo determine el Superior si el en– fermo puede o no abandonar ya la enfermería. 695. Respecto de aquellos enfermos cuya enferme– dad no exige que guarden cama, pero que por sus mu– chos años o achaques no pueden seguir todo el rigor de la vida regular, procuren los Superiores y enfermeros que estén perfectamente atendidos; pues es justo que la Religión los atienda, ya que ellos también consagraron su vida a su servicio . .696. El religioso enfermo, por su parte, procure ob– servar, en lo que prudentemente pueda, la vida regu lar.; no sea que por faltar en esto, pierda los muchos meritos que en la enfermedad pudiera adquirir. Cuide también de hacer sus rezos, tener sus ratos de oración y otras prácticas de piedad que sus fuerzas

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