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AR'r. VIl : HltJ:tMA!I:b ENl~ERMERO 263 tos de esta obligación, el rel igioso encargado de la en– fermería está especialmente obligado a cumplirla con toda fide lidad y caridad 1 ; y todos deben dar a entender con obras y palabras la caridad y compasión que les ins– p iran los hermanos enfermos, guardándose muy bien de insinuar a nadie que el enfermo lo es sólo aparente ; nada aflige tanto al que sufre como verse en cierto modo trata– do de falso enfermo o inmortificado bajo pretexto de en– fermedad . • 688. Por tanlo, todos aquellos enfermeros o Superio- · res que, por exagerado celo de la observancia, atropella– sen la caridad, recelando siempre engaños en los enfer– mos, andarían muy lejos de la mente del seráfico Padre. Piensen Jo que querrían que se hiciese y pensase de ellos cuando se hallaren en idéntico caso ; y obren así con los d.emás. Acuérdense de aquellas palabras de nuestro se– ráfico Padre : ((Y si alguno de ellos cayere en enferm<~dad los otros frailes deben servirlo como querrían ser ser– vidos)) 2. Reflexionen sobre lo que tan repetidas vec<;!S nos encargan nuestras leyes para con los enfermos; y así evitarán quejas y murmuraciones, que no dejarían de causar escándalo . 689. En los conventos graneles, en los colegios y noviciados conviene que ayude al enfermero otro herma– no más joven, para alivio del mismo enfermero en caso de haber varios enfermos, y para instrucción del ayu– dante, pues han de tener mucho cuidado los Superiores y Maestros de novicios de que aprendan este oficio los hermanos que reúnan mejores condiciones para ello, a fin ele que no falte en cada convento un hermano que sepa bien ejercer este oficio. 1 Con. 121.-2 Regla, c. 6.

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