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ART. V: HERMANO COCINERO 253 pras, ventas y otros semejantes. Evite el hablar de cien– cias, de controversias, de teologla, de poHtica; y, en cambio, esfuércese en hablar de Dios y de cosas espiri– tuales, aunque con sencillez y modestia, recordando los hechos edificantes de la vida de nuestro Paclr.e, de sus compañeros y de los santos de la Orden, según costum– bre de nuestros hermanos. Invitado a emitir su juicio sobre asuntos que excedan los alcances de su inteligencia y estado, responda con humildad y sencillez que ignora semejantes cuestiones demasiado sublimes para él; y los remitirá a otras per– sonas más instrufdas. En localidades donde tenemos convento, no acepte in– vitaciones a comer fuera. Y esfuércese por conservar su amor al retiro. ARTÍCULO V.-HERf.•IANO COCINERO. 658. Tenga presente el hermano cocinero que el ofi– cio 1,11ás humilde en la casa de Dios encierra más honra que cualquiera de los que se ejercen en los palacios de los príncipes, pues servir a Dios es reinar. Considere también que al colocarle el Señor por medio de la santa obediencia en la cocina, le ha constituído siervo fiel y prudente sobre toda su familia. Desempeñe, pues, su oficio con esmero, fidelidad, prudencia y, sobre todo, con caridad, pues el alivio en lo temporal de la pobre comunidad depende en gran parte de estas virtudes del hermano cocinero. No rehuse trabajo, ni perdone dili– gencia en beneficio de los pobres de Cristo ; y sírvales los alimentos, considerando que no sirve a hombres, sine al mismo Jesucristo.

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