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200 PART. III, CAP. VI: CARGOS LOCALEIO cuidado ; y de si no les falta lo necesario en alimentos y medicinas para atender convenientemente a su salud. 488. Cuiden de socorrer con caridad, prudencia y generosidad todas las necesidades de la comunidad y de cada religioso en particular, evitando el espíritu de in– terés y de una exagerada economía 1 ; prefiriendo gastar al cabo del año más de Jo ordinario y que los religiosos estén debidamente atendidos, a las consecuencias lamen– tables que se siguen de hacer lo contrario. Como quiere nuestro seráfico Padre San Francisco, cuiden a sus reli– giosos con el amor y solicitud de una madre. 489. Tratará a la comunidad con el respeto y reve– rencia que merece una familia religiosa, evitando el per– turbarla en sus actos comunes, anticipándolos o retra– sándolos sin causas justificadas. Los súbditos, por su parte, traten a sus Superiores con idéntico amor, respeto y confianza. Guárdense del espíritu de crítica y murmu– raciones ; más que a descubrir y comentar los defectos de los Superiores, atiendan a enmendar los propios. 490. T engan en mucho aprecio y estima a todos sus súbditos, huyendo de los dos extremos: de un exagera– do optimismo en querer excusarlo todo, y de un pesi– mismo también exagerado, que todo lo echa a la peor parte. No sean de aquellos que en sus súbditos sólo sa– ben ver sus defectos ; pues un verdadero padre, en cuan– to puede, tiene a sus hijos por los mejores. Aprecien los esfuerzos que cada uno hace para tender a la perfección propia de nuestro estado; animen a los débiles, ayuden a los defectuosos y alienten a los más perfectos. 1 Con. 114; Or. 147.

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