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100 PART. JI, CAP. 11: LUGAnES SAGnADOS 233. Las mesas de los altares sean de piedra consis– tente, de mármol o de buena madera, pintada de acw~rdo con el estilo general de la iglesia. El estilo de los altares ha de ser grave, modesto, sen– ciJio, en todo conforme al de la iglesia. Pueden colocarse en ellos estatuas o cuadros. Cuiden, empero, Jos Supe– riores que los marcos no sean dorados; basta qua estén pintados de un color oscuro, bronceado o amarillo, como mejor conviniere. Para evitar por una parte el excesivo número de alta– res, y por otra no privar a los fieles de cuanto pueda fo– mentar en ellos la devoción, junto a las estatuas o cua– dros principales pónganse otros cuadros más pequeños de la Santísima Virgen, San José, San Miguel, Santos de la Orden y otros que puedan servir de estimulo y sa-– tisfacción a la piedad del pueblo. Se advierte, no obstan– te, que no conviene usar para estos cuadros simples es– tampas, sino pinturas al óleo, Todos los cuadros, gran– des y pequeños, pueden tener adornos convenientes. 234. En todas las iglesias, en la medida que permi– ten el lugar y el número de altares, habrá un altar de– dicado a la Inmaculada Concepción, augusta Patrona de toda la O rden ; otro, en la capilla más espaciosa y ador– nada, dedicado a la Divina Pastora, Patrona de todas las misiones capuchinas; y otro dedicado a nuestro St>– ráfico Padre San Francisco. Si los altares fueren más, cuídese de que no falte el altar del Sagrado Corazón de J esús, a l que toda nuestra Orden está especialmente con– sagrada; el del gloriosísimo Patriarca San José y otros a los Santos de nuestra seráfica Familia, con preferencia. 235. Santos Oleos.- Para la custodia de los santos Oleas se hará en el muro del presbiterio, al lado del

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