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EstudJaniAI de Teologia rumbo al sacerdocio· Pamplona 1935-1939 71 Con uno la amistad fue muy fuerte. Nos completábamos bien. Yo le había ayudado a vencer su np<JCamiento desde los años de filosofía y a encon· trarse a sí mismo, porque tenía cualidades que <!l desconocía. Nos enten· díamos bien para rodo y nos necesitábamos. Fui fel iz el día en que le hice vibrar ante la grandeza de la vocación misionera. Los dos nos ordenamos el mismo día. Los dos tuvimos promesa del P. Provincial de que, termina· da la carrera, seríamos destinados a la misión de Chinaj(l. Generalmente era yo quien influía en los amigos. Pero hubo uno de curso muy inferior que, estando en Lecároz, me persuadió a leer la Historia de un alma de santa Teresita; yo me resisrfa a leerla por cierta prevención que tenía contra este libro desde niño (siempre he creído que es un des– acierto poner en manos de n iños libros como la Historia de un alma); fue como un descubrimiento para mí; lo leí casi de un tirón y, terminada la primera lectura, volví a hacer otra en seguida". *** No hemos llegado rodavfa a final del curso, pero estamos en puertas de la ordenación sacerdowl, y de esros vamos a hablar en el capírulo siguien· Le. - Se trala evidentemente. como por otros datos~ 'oherá a comprobar luego. del P. '\,lanin de Se.ma (Ángel Rodrigue? Mom\;). 1915-1966. cuya amplia s.:mblalllll necrológica escribió. tra> su f.1llcc•m1cnto. su sobrino capuchmo Luis Ortigosa (Rodrigue?). entonces y ahora secretario provon– cial: véase Bol. 0/51 (1966) 380-390. Se menciona fr. LiÍ7aro en lu págona 382.

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