BCCAP000000000000132ELEC

50 VOCACIÓN Y CAMINO (1913- 1942) aquel moJo de oncnmr entonces el noviciado. Yo lo llevo hoy de muy dis– tinta manera. Pero a mí me hizo bien. No faltaron mis pequeñas inquiewdes. Sobre todo cuando reapareció algún resabio de reuma articular que puso en peligro mi vocación a los doce ai1os. Tuvieron que danne algunos remedios y llevé los pies abriga– dos durante el invierno. El día 15 de septiembre, fiesta de los Dolores de María, recurrí a Ella y le pedí me alcanzara la gracia de no dejar de asistir en wdo el año a ningún acto de comunidad; y me escuchó; fui el único novicio que, al terminar el noviciado, no había dejado de acudir a todos los actos, aun a los maitines de media noche. El día de la profesión El día 15 de agosto fue el día grande de la profesión. Éramos novicios de coro; uno había ido al cielo en el mes de marzo. Nunca he vivido tan intensamente mi vida como en aquella fecha. La noche anterior no dormí ni antes ni después de los maitines, de puro gozo. Y hasta consideré como un contratiempo el que, terminado el acto de la profesión, tuviera que salir a estar con mis familiares. Hubiera preferido que me dejaran solo aquel día. A mis hermanos no los había visto desde hacía cuatro años. *** Este fue el noviciado de Fray Lázaro. Profesó con sus compañeros e liS de agosto de 1932, nesta de la Asunción de María. Eran 21 clérigos lo que emitieron los votos. Los avatares de la guerra, que zarandearon tamo las vocaciones, aparee de las pruebas y del discernimienro normal por el que pasan los candidatos, hizo que este curso se vieran en años sucesivos bas– r:mrP mermado. De los 21 que profesaban llegaron al sacerdocio 14. Los tres años de Fuenterrabía (1932-1935) Pasaron tres días de la profesión y el grupo de novicios, ya neoprofe– sos, el 18 de agosto se presentaba en Fuenterrabía, acompañados del P. Maestro. Fueron recibidos con mucha alegría. Los eswdiames habían empleado el tiempo de vacaciones estudiando francés e inglés, aprove– chando fructuosamente las vacaciones veraniegas, pero ahora e l tiempo corría y el curso se echaba encima. Antes de terminar el mes se constitu– yó la Comisión Misional. Fr. Lázaro era uno de los miembros. Estamos en el Colegio de Filosofía, que en el frontispicio del mismo ostenta una placa de mármol con esta inscripción: " Casa Noviciado de Misioneros para Carolinas y Pataos. Real Decreto 1886". Era una casa de

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz