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388 PALABRAS DE DESPEDIDA Otro sentimiento que arranca de lo vivo de mi ser. Quizás el lector, al repaso de estas páginas, tenga una impresión molesta de haber ensalzado y superensalzado al protagonista de esm historia. Nada más lejos de mí..., humilde estudioso de las santas Escrituras. Sólo él, sólo é l, sólo él; pienso en Jesús: sólo él ( ljn 3,5). He recogido alabanzas y las he transcrito, por– que acertamos mejor con la vida al filo del cariño y del aprecio que no de la amarga crítica. Nuestra provincia religiosa ha sido rica en santidad. Todos hemos conocido santos, hermanos muy humildes, cuyo recuerdo, con el paso del tiempo, se va haciendo más tenue..., hasta que un día sea sólo unas líne– as del Necrologio. Puede acechar el temor de que con estas obras que pro– movemos en favor de algunos estemos haciendo un agravio comparativo de cara a la fraternidad. ¡Por qué de aquel otro hermano no, cuando en ~u silencio fue seguramente -quién sabe- una vida más valiosa~ Pues porque la vida tiene sus caprichos, que el hombre sensato contempla sin alterar– se. Porque unos escriben y dejan papeles (que yo ni sospechaba)- cosa, en el fondo, tan accidental e insignificante - y otros hermanos se llevan su vida consigo, como un ramo silvestre ante la presencia de Dios. Unos tie– nen fama, otros no; compartamos la alabanza de unos como bien de todos. Y al final ¡qué nos dice esta biografía~ Que la vida lleva por denrro misión, y que cada uno tiene que descubrir la suya. La vida es misión; Dios nos concede el regalo de la vida y en la vida Dios mismo incluye la misión. juzguen los estudiosos sobre la valía e importancia de las aportaciones de Lázaro lriarte lturri. Ahí están sus libros, que marcan muchas veces hitos nuevos en ral o cual parcela de la investigación. Y de la caliJ:~d misma de su ser, de aquello por lo que uno es invulnerablemente él mismo, juzgue Aquel que puede juzgar..., mejor dicho, esto quede amoro– samente recogido en el corazón del Padre. Viwria-Gasteiz, 9 de febrero de 1999 FR. RUFINO MARfA GRANDCZ