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Romualdo, silenCioso y sonador: Aspurz 1913-1926 33 ¿Hermano de las Escuelas Cristianas? Cuando contaba once años vino un hermano de las Escuelas Cristianas reclutador de vocaciones. Por lo visto el párroco le habló de mí. Nos llamaron a la noche a mi padre y a mí a la casa parroquial. Y con tal arte supo presentar aquel inteligente hermano la vida que ellos llevan, sus estudios, sus colegios, cte., que mi padre se entusiasmó; yo quedé encandilado, pero, a la verdad, no me llenaba. Sin embargo, por no con– trariar a mi padre, a quien siempre miré con excesivo temor por el genio que tenía, dije que sí. Ycomenzaron los preparativos. Mi madre comenzó a comprar el equipo y me hicieron dos trajes nuevos. A los pocos días llegó carta del hermano señalando la fecha en que tendría que salir a Pamplona para juntarme con los demás compañeros y marchar luego a Barcelona. Pero un día, al terminar la doctrina, me llamó aparte el párro– co y me entregó un follem de la congregación de las Escuelas Cristianas, diciéndome: - Lee en esta página, fíjate bien lo que dice y después haz lo que quie- ras. Lo que lcr fue más o menos: "Si bien los hermanos de las Escuelas Cristianas no son sacerdotes, no obstante realizan su verdadero apostola– do..." No necesité saber más. El buen hermano me había ocultado algo para mí esencial. Pero ¿cómo decírselo a mi padre después de los pasos dados? Aquel día en casa me vieron muy preocupado; en la comida esta– ba inapetente, casi lloraba, me preguntaban si estaba enfermo; yo les decía que no. Por fin me dijo mi padre: - ¡Vaya! es que ya no quieres ir fraile. Pues déjalo; a la fuerza no te hemos de llevar. No pases pena por eso. - No es eso; yo quiero ser fraile. - Pues entonces, ¿qué sucede? -Que esos frai les de Barcelona no dicen Misa. - ¡Ah! pues entonces -saltó mi padre con gozo mío- yo tampoco quie- ro que vayas con ellos. Yo quiero tener un hijo sacerdote y misionero. Respiré y comí con apetito. En seguida le escribí una cana al herma– no retirando mi palabra. El me contestó animándome a ir con ellos y enviándome un gran paquete de revistas y hojas de propagandl\. Después supe que, cuando yo estaba en Alsasua, pasó por casa y preguntó por mí; al decirle que había ido capuchino, le dijo a mi padre: - Si es que vuelve, avfsenme en seguida, porque vendré por él. Por lo visw no dcbr hacerle mala impresión.

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