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30 VOCACIÓN Y CAMINO (1913 -1942) leer sobre el amor de Dios al alma; no pensaba en nada, no decía nada, pero de buena gana hubiera seguido así días y días. Fue mi primera expe– riencia de oración mental. Sentí íntimamente la invasión de Dios, como una caricia dulce del Padre del cielo. Y me sentí bueno, transparente. Duró poco, pero ¡cómo ha quedado grabado aquel momento en mi alma! Te rnura en el peligro Otro día, hacia los once años, fui enviado a recoger las yeguas en el pinar. Una de ellas, la joven, estaba aficionada a e-Scaparse al término del pueblo próximo, y varias veces me tocó ir a pagar la multa y rescatarla. Estaba ya anocheciendo. A pesar de mis precauciones, la yegua joven, cuando me vio apretó a galopar monte arriba para ganar el paso al orro lado de la muga. Era una pendiente escarpada y llena de maleza entre el bosque. Yo tiré detrás de la yegua, rogando al Señor y a la Virgen con gran fervor para que el animal no realizase su imento. Aquella subida, que ordinariamente me costaba casi una hora, la hice en menos de un cuarto de hora; no sé quién me dio alas pata coLLeL ~iu can~aum: a cona Jistau– cia de la yegua. La C<Ua actual de la familia del P. /.Awro en Aspurz.

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