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Por santa Verónica Giullanl y otras santas capuehlnas 31 1 O quizás fue otra razón afectiva la que impulsó al P. Lázaro a evocar la vida de esta mujer sorprendente. María Ángela Astorch, con la que ini– ciamos este capítulo, es, de alguna manera, hija espiritual de la madre Serafina. María Ángcln había iniciado su vida capuchina en Barcelona, donde ya estaba una hermana suya, Isabel Astorch, compañera de Serafina. Serafina, ya abadesa, depuso a la maestra de novicias, sustitu– yéndola por Isabel Asmrch, a quien tocó ser la mae:.tra de su propia her– mana de sangre... Luego Ángela Marra Astorch saldría rumbo a Zaragoza y más tarde a Murcia. Nuestro historiador escribió la vida de la Beara Ángela María Astorch en 1982 y fue luego cuando empalmó con la vida de Sor Serafina. Vida ~orprendente que se extiende de 1543 a 1698. Tras un infeliz matrimonio, que duró ocho años, al quedar como viuda y madre, se vio interiormente liberada para Dios y los pobres. Su hija Bárbara, la única que le quedaba, enderezó sus pasos a los 14 años a las clarisas de Santa Isabel en Barcelona; la madre tenía 56. En suma, inició un grupo de personas espirituales y comprometidas en Manresa, al cobijo espirirual de los austeros capuchinos. Sus pasos siguie– ron luego por Barcelona, con la protección de la una dama de la nobleza del entorno de Felipe III. Serafina, que había aprendido a leer de viuda, era una mujer extática, una contemplativa traspasada por la pasión de Cristo, físicamente impresas y sensibles en el interior de su cuerpo. Su vida es una secuencia de sorpresas y maravillas. Así -podemos decir, y teniendo presente la irradiación de las Capuchinas de Granada- nacie– ron las capuchinas en Ellpaña. El P. L-úaro quiso recordarnos esta historia, para que no caiga de nuestra memoria, y para que sepamos que esw mujer tienen categoría de santa. ¡Maravillas del Señor! Maria C<>stanza Panas Con este nombre, para terminar el capítulo de santas cnpuchinas, venimos a tiempos recentísimos y nos situamos de nuevo en Italia, patria perenne de artistas y santos. Marra Costanza Panas es de ayer mismo. Murió en 1963. En pocas líneas, pam resumir su personalidad y categoría, el P. Lázaro había escrito en la historia de las capuchinas: "María Cosranzn Panas (1896-1963), del monasterio de Fabriano. Religiosa de profunda vida interior y de cultura no común, ejerció ya en vida un amplio apostolado mediante sus escritos, que le eran requeridos por la editorial Marietti. De

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