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Por santa Verónica Giutianl y otras santas capuchinas 307 en italiano, él lo traducirá al maltés, petición que de mil amores atiende el P. Lá:mro•... Verónica iluminada ''Verónica iluminada" puede ser el emblema para resumir lo que nues– tro hermano Lázaro ha hecho por la capuchina más célebre de nuestros santos, la capuchina universal. ¿Qué ha hecho el P. Lázaro por santa Verónica? Por feliz concurrencia de tres circunstancias -Capuchinas de Citta di Castello, Centro di Scud1 y Lázaro lriarre- hoy santa Verónica, la más grande mística del Seuecenco italiano, ha pasado a las bibliotecas de los que estudian cosas espirituales. Verónica no es un jardín doméstico, no es un parque vecinal -como nuestra gran Teresa que escribía d ivimuncntc a la llana para sus monjas conventuales-; es, ha sido, una selva virgen, intrincada, para exploradores. Ahora Verónica se va avecinando, aunque quizás nunca sea popular por el exceso de sus escritos. En todo caso se ha operado en nuestro días un cambio y la extática capuchina se ha hecho más cercana, por obra y empeño de eswdiosos y devotos. Es un primer mérito que asignamos al P. Lázaro, él mismo deudor del ambiente que le ha incitatlo a ello. Para rematar la obm tic la sama fa lta, es verdad, un repaso a los pri– meros volúmenes del Diario; la nueva edición de los volúmenes posterio– res, con las más rigurosas exigencias de la crítica, es un reclamo que exige el reajuste de los primeros. Con el tiempo se hará. Y aquí también reco– nc>eemos el mérito del P. Lázaro, al emprender, con la colaboractón de otros expenos, el trabajo de la edición crítica del texto. Pero cuando hablamos de "Verónica iluminada" hablamos, más bien, de la luz interior con que l;C ha revestido la sama para nuestro conoci– miento. Verónica Giuliani tiene una palabra que decir, y ésta es la aven– tura del Amor, cuando el <1mor Jc la criatura y el amor del Redentor se funden en un solo cauce. Verónica ha llegado a nuestros libros como la maravilla de los fenómenos de la mística; también como la mujer tic cspe– lw:nanrc~ penitencias. No, ni la una ni la otra son la Verónica iluminada, que quiso presentar el P. Lázaro en sus c~tudios. Aquella~ penitencias eran pa:¡;zie d'arnore (O pazz.ie d'arnore!), l<>euras tic amor, signos de amor; lo importante era saber de qué corazón nadan. "' Cana dt petición del P .. Lorcnro F. BRrFH, 01 \1Cap. en \Ion• Regona.• Paris Churth. \larsa. 15 stL 1987. ) c-.rta de ngrndedmocnro el 25 no\ 1987: véase: AIIPCP. úi=aro lrlart<'. earpcra leronicu Giullunl, N. 2.
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