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262 MISION DESDE ROMA(1965 -1997) El 18 dieron comienzo los ejercicios en el monasterio de Capuchinas Sacramentarias de Sta. Úrsula, T lalpán D.F., que terminarían el 24. En ellos romaron parte , además de un nutrido y prometedor grupo de aspi– ranres internas y externas, catorce Clarisas del monasterio próximo de Corpus Christi. Finalmente la última tanda, la más numerosa, fue la del monasterio de Capuchinas Sacramentarias de Goya D. F. Mixcoac, sede de la Madre Presidente de la respectiva Federación del Santísimo Sacramento. Además de las hermanas de la comunidad, participaron todas las jóvenes profesas de los monasterios de la federación, unas terminaban el segundo curso de formación organizado por la Federación y otras estaban para dar comienzo al tercero. Un total de 39 jóvenes de los monasterios de Durango, Mazatlán, Tecamachalco, Sta. Úrsula, Goya y también de Ceres D.F., no federado. Han sido diez las com~midades que han recibido el beneficio de los santos ejercicios con un total de 330 capuchinas y ues comunidades de C larisas. Todavía hemos podido hallar tiempo para hacer una visita, bien que generalmente demasiado rápida pero cordial, a otros trece monasterios, que reclamaban la presencia del delegado del P. General. Estos monasterios han sido los de la Capiml: Coyoacán, calle )uárez, Tlalpán, San Angel en el que se pudo dar un triduo de conferencias; calle Hidalgo Tlalpán, con ocasión de la profesión temporal de una hermana; calle Ceres, también para la profesión perpetua de dos hermanas y San Juan Tlihuaca. Así mismo los monasterios de Aguascalientes, Ciudad Serd<1n, Cortazar, Oaxaca, Tecamachalco, Tepojaco YUruapan. Es decir, que he tenido la dicha de conocer más de la mitad de los monasterios y de las capuchinas de la República. Y me voy con la pena de no haber hallado tiempo para visitar a todas las comunidades, en especial a aquellas que insistemememe pedían ser incluidas en el itinerario. Es la tercera vez que el Señor me concede entrar en contacto con las Capuchinas de México. Ya en el primer encuentro, a fines de 1971, me llevé la impresión de una vitalidad consoladora¡ esta impresión subió de punto en las jornadas nacionales de Puente Grande, )a l. en el mes de sep– tiembre de 1973. Ahora he podido conocer de cerca la vida real de muchas comunidades, testimonio en el medio social en que viven. En el diálogo directo he llegado a captar el grado de identificación con el ideal

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