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Rectordel Colegio lntemacional de la Orden 181 cialmeme al rector en carra del 6 de octubre 190 • Tras el paso del visitador general, P. Clemente de Santa María in Punta, el definitorio general había tomado unas decisiones, que se comunicaba al rector en la carta aludida. Pronto vinieron los cambios, que iban a marcar un esti lo sin vuelta arrás. El dfa 24 de noviembre -va a anotar el Rector en la Crónica- "por primera vez, y de acuerdo con una disposición del Rdmo. P. General, se coloca la televisión en el Colegio, en la sala de recreación"•••. Pocos días después se nombra una Comisión de deporte, y el 4 de noviembre "por primera vez -el subrayado es nuestro y merece la pena– muchos de nuestros estudiantes han marchado a las instalaciones depor– tivas del Colegio de los Hermanos Maristas, en San León, Via Nomentana, Km. 14. Se ha adoptado la vestimenta que llaman "la ruta", (es decir, el chándal), para que los estudiantes hayan podido quitarse el hábito" 19 z. Todo esto ba quedado escrito en latín. No son detalles baladíes, sino detonadores de que ha comenzado una explosión. Oficialmente el "cambio" se ha inaugurado, que por dentro y por fuera van a ir transformando la estampa del capuchino. La concelebración Hay que trasladarse con un pequeño esfuerzo imaginadvo a aquellos tiempos precedentes a la terminación del Concilio, y a todos los decenios anteriores desde que el Colegio existe. Eran 70, 80, 90 estudiantes, o 95 como en este año académico. En su gran mayoría sacerdotes (podía haber algún diácono), y todos los sacerdotes celebraban en calidad de tales. Había tres tandas de misas para que en hora y media, tras el rezo del Oficio Divino, todos estuviesen listos para el desayuno y salida a la uni– versidad. Podemos recordar aquellas estancias que servían de capillas, dig– namente preparadas, con dos altares, separados entre sí por una especie de biombo o medio tabique. Los estudiantes celebraban su misa individual, en voz baja para no molestarse. Uno hacía de monaguillo y el celebrante, rerminada la misa, tomaba este oficio para servir a su compañero. Esto era así en el Colegio y es obvio que lo mismo se hacía en los otros colegios romanos. "' En esta cana se daban, sin duda. las directrices para el cambio. es un texto que no hemos podi– do consuhar. '" Clllvnica. Sept. 22 (p. 193). '"' Ch1vnica. Nov. 4 (p. 194).

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