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MaeslfO de novicios, 1963-1965 171 S in temor a equivocarme puedo asegurar que la alegria de ser herma– no Capuchino en gran parte se la debo a é l. El tema de tener una notable deficiencia frsica en la pierna izquierda me tenía un tanto preocupado. Recuerdo que en uno de los grandes paseos que solíamos dar en el novi– ciado me dijo: Creo, fray Marcelino, que tendrás que dar gracias a Dios por esa pierna, porque sin ella no poddas haber disfrutado de este hermo– so paseo. Esta y otras verdades iban emrando en mí y cada vez era más. Me ayudó a descubrir que el tener Lm cuerpo sano era muy importante, pero no más que el amor que Dios nos tiene a tedas las personas indistin– tamente de nuestras minusvalías. Esto que tan fácilmente escribo hoy, fue wdo un largo aprendizaje que empezó en Sangüesa el año 1964 hasta hoy. Pedagogía del noviciado plasmada en un libro: Por el reino de los cielos El P. Alfredo, hombre indiscutiblemente entregado a su tarea de for– mador por los colegios por donde pasó -Aisasua y Fucnterrabía- había evolucionado mucho de sus comienzos de maestro a los años posteriores. Había ido descargándose de métodos antiguos y trataba de actualizarse. Recuerdo (pues yo fui novicio suyo en 1955-56) que quería que grabára– mos bien el principio de no insistir en el noviciado en prácticas y obser– vancias que luego no pertenecían al ritmo prescrito de la vida del capu– chino. Trataba desde su mejor intención de esquivar el peligro de hacer un noviciado artificial. Si lo conseguía o no, es cosa distinta. Los novicios tenían sus Ejercicios espirituales de entrada, aparte de los Ejercicios de la comunidad; pero como tiempos especiales de interiorización él dedicaba en cuatro momentos del año, al paso de los tiempos litúrgicos, para seguir las cuatro semanas de los Ejercicios de San Ignacio, ayudado de los comemarios del célebre P. José Calveras y también del P. Encinas. Se seguía entonces un horario diferente, dando espacio para las horas de ora– ción y exámenes del Libro de los Ejercicios. El P. Lázaro, desprendiéndose de las semanas de los ejercicios ignacia– nos, ideó un ritmo de semanas intensivas, que ha sido un método seguido por los maestros sucesivos. Son unas semanas pensadas como un camino de seguimiento a Jesucrisro, abarcando orgánicamente los temas de un iti– nerario completo. "Pero hube de trabajar mucho e l primer año y la salud se resintió -comenta en sus notas confidenciales-. Terminé el año con una renovación de mi antigua pleuresía que me obligó a un mes de reposo y a

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