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Maestro de novicios, 1963-1965 169 intelectuales acariciados con ilusión duran– te mucho tiempo. Ahí también solucionó su problema y se abrió definitivamente a toda una vida orientada a su dedicación francis– cana y educadora. Sabemos lo mucho que le costó dar este paso, pero también somos tes– tigos del sentimiento de libertad y alegría que todo esto le proporcionó. Esm fue un gesto, un signo que concuerda plenamente con todo su estilo de persona y de entrega a los demás a lo largo de todo el año que tuvi– mos la suerte de convivir estrechamente con él.lll Nunca la Iglesia ha estado tan bien como en estos últimos tiempos (Sigue y termina el mismo P. José Luis ~a. Con Fr. Ma~Ulino]iménezeldfa !so, cuyo testimonio transcribimos). C reo de su prof.,ión, IS de ago>~o de 1965 · que en muchos de nosotros plantó con deci– sión los pilares de nuestra vida franciscana y al mismo tiempo respetó pro– fundamente nuestras peculiaridades personales y nuestra libertad. "Nunca la Iglesia ha estado ran bien como en estos últimos tiempos" solía repetir fre– cuentemente ante las críticas y comentarios catastrofistas en aque llos años conciliares. Y esta frase se la hemos oído decir constantemente hasta los últimos años de su vida. Fue una persona abierta y respetuosa que infundió en muchos de nosotros un sentido de apertura y gran confianza ante Dios y ante la historia. El P. Lázaro es un hombre a quien hemos admirado y querido al mismo tiempo y en el que hemos podido descubrir una enorme humanidad y afectividad debajo de sus apariencia dura, seca y austera. Me alegra coin– c idir con algún otro hermano de noviciado al afirmar plenamente que "yo le debo a l P. Lázaro mi presencia hoy en la Orden capuchina". m Estas cosas escribia José Luis Jso sin haber leído el mismo testimonio que daba ocro compa~ ñero. con.novicio, Celestino Aós: ..No olvido aquel canasto en que bajamos centenares ¿miles? de fichas y apun1es de his1oria: se hizo una hoguera y allí ardieron... Sólo me dedicaré a lemas religio– sos. dijo; dejaré de lado cualquier o1m vanidad. Yo, que gustaba de la hisloria, quedé impresionado. Yo lo vi licso, tenso, con los ojos cerrados... mientras ardían los papeles. Es1oy seguro: el fuego esta· ba purificándole el alma. Nunca he podido olvidar esta lección". Con fecha y lugar de Viña del Mar (Chile), 22 diciembre 1997, el sacerdote capuchino CELESTINOAósescribió: Herma11o Lázaro /ritme: mues mae.wo y ahora i11tercesor, en Oole1ín loformalivo (OPI), n. 461, 24 diciembre 1997. p. 750.

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