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162 FORMADOR EN LAPROVINCIA(1~2-1965) rar, comunicar siempre lo que yo estudio o conozco (para mí no tiene sen– tido una cienc ia que no sea para los demás, para darla); verme en las voluntades de los demás, dirigiéndolos, mandando, disponiendo, educan– do, imponiendo mi voluntad (en los jardines he llegado a pasarme largos raros dirigiendo las punras de las enredaderas y lrepadoras para hacer que suban por donde yo quiero; las flores me entusiasman poco, en cambio soy apasionado por los árboles planeados por mí; me gusta verlos tomar, cre– cer, tomar fuerza, y pam ello regarlos, abonarlos, podarlos, enderezarlos; era mi entretenimiento en nuestra casa de verano de Urbasa); y final– mente verme en los corazones de los demás, atrayendo su afectO a cambio de mi sacrificio por ellos; no busco recompensa humana, ni siquiera gra– titud, sino más bien adhesión a mi persona, sinceridad en el afecw, aun– que sea sobrio, y más que nada una actitud filial, confiada, de entrega con– fiada. Y cuando un joven religioso o una mujer consagrada llega a adquinr hacia mf esa disposición, me viene la tentación de exigir la sumisión com– pleta y de hacerles experimentar elocuentemente esa sumisión, siempre que yo sea parte de ellos espontánea y gustosa. *** Confidencias de este género dicen mucho más que mil páginas Je cró– nica. "Amar y ser amado", es lo que buscaba el retórico apasionado que llegó a ser Agustín de llipona, y amar y ser amado es lo que, por el cami· no que sea, busca el corazón que busca vida. En el sacerdote y capuchino Lázaro de Aspurz esro era: "Sentirse llamar Padre por tales criaturas sabe a cielo".

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