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144 FORMADOR EN LAPROVINCIA(1942·1965) la penumbra del misterio. Nunca hubo nada que desenronara ·que sepa· mos- entre e l director y el claustro; perfecta corrección, que era cortesía y caridad, sincero aprecio. Pero tampoco reinaba esa perfecta compenetra· ción que suponemos debe ser el clima de una familia, más bien, cierta diplomacia para no herir. Ni había capítulos locales de ese carácter dialo· gante y fraterno, en los que cada uno es una voz plena en mesa redonda · cosas que vinieron con las nuevas Constituciones ( 1968)· ni había reu· niones de profesores en este plan familiar. Se salvaban, eso sí, las reuniones establecidas por el reglamento, los informes requeridos, los di~logos a la hora de las calificaciones. Sabemos por notas llegadas a nuestras manos que el P. Lázaro sufrió por los profesores; y acaso los profesores, por razones parecidas, sufrieron por el carácter al exterior austero, sobrio y dogmático, del P. L~zaro, ~1 que era un niño ávido de ternura... Espontáneamente produda cierta distancia -hay que reconocerlo·; impo– nía, como decimos en lenguaje coloquial. Imponía sin querer, porque con su afabilidad, con su exquisita cortesía, en las conversaciones, sin preten– derlo, tenía una especie de palabra magisterial de quien sabe e l asunto 161• ¿Cómo rebatir, puntualizar... ? En e l ámbito provincial el P. Lázaro fue siempre admirado y apreciado, diremos también que querido, pero popularmente se le tenía cierra reser– va, si nos asomamos a las opiniones, por cierto que muy balanceantes, de los capítulos provinciales. Y ~1 era consciente. No tuvo mucha fortuna en los capítulos provinciales un hombre de tal prestigio como él. ¿Por qué no fue provincial el P. Lázaro? ¿Por no cortar· le su carrera científica? No; ciertamente que la razón no fue ésa. Se suce– dieron los capítulos: 54, 57, 60, 63. Por primera vez participó en capítulo provincial en 1951. Tenf:. un grupo de entusiastas que qucrfa sacarle definidor. En vano. Le oímos ante– riormente (recordemos): ''Mi experiencia de aquel capítulo fue muy amar– ga. Vi de cerca los manejos, las ambiciones, las miras humanas aun de muchos que para mí cr:ln hombres de prestigio..." Y (!l hubiera deseado, .•, Una pequeña anécdota que fes1ivamenlc, con cariilo, me cuenta el P .. Al be no Garcia, entonces Fray Albeno de Lezáun. decano del Colegio. Era en un paseo, en uempo en que el dirffior acompa· naba al grupo: despuésya no fue asi.O porque el directorse hnbia n:zagado o porque el grupo lohabla deJado un tanto al margen. el P. Uaro 1ba solo. Movido a p1cdad, el decano se acercó para aeornpa· ñarlo. Ycaminaban..., y qui1.ásel diAlogo no •ba. Yentonces el P. Unlro. con humildad, yen el fondo con un candor de niño, le dice: Fray Albeno, será mejor que ••&a adelante. porque no ~ ., "amos a hablar mucho... YhoyAlbeno se goa o regodca fraternamente recordando el episodio. - Nada extra· ño. pues. que el hoy anciano P. Lcandro de Sesma. algo mayor que el P. Lázaro, me cuente: Si, n mi me numdaba ir de paseo con los coristas...
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