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110 FORMADOR EN LA PROVINCIA (1942·1965) El capítulo de 1948 Se hizo el capítulo como se hada entonces, del cual salían ya consti– tuidas las nuevas familias conventuales. Se celebró en san Antonio de Pamplona y duró del13 a\ 16 de julio. Treinta y cuatro capitulares, el pri– mero el presidente Rdmo. P. Pascual de Pamplona, el definitorio, los guardianes de las casas y un discrero por cada comunidad, más los que tenían en forma de privilegio derecho de asistir al capítulo. Salió elegido ministro provincial el P. Florencio de Artabia, que iba a cumplir 38 años, extraordinariamente joven p¡¡ra ser provincial, si se tiene pre ente cuál era la costumbre. El guardián de Extramuros sería el P. Venancio de Arizaleta, y el provincial saliente, Ricardo de Lizaso, que había dirigido el Colegio de 1933 a 1945, volví¡¡ de nuevo a ocupar el mismo cargo. En la comunidad permanecían como miembros de la misma familia conventual los dos padres mencionados en la carta de los estu– diantes'"·. El P. Lázaro pasaba a ser vicedirector del Colegio. Tenfa tam– bién otros cargos: Instructor de Hermanos Legos. Este trienio ( 1948-1951) va a ser muy fecundo en su actividad litera– ria, y con su dedicación plena al Colegio, creemos que también en frutos espirituales para los estudiantes. ,., El P. Camilo Luquin, antes Bernardo de Urbiola, ordenado >UCCrdote el 21 de docicmbrc de 1948, en América Latina desde 1950, nos cnvla un espléndido testimonio como rcspuc>ta a una pegunta sobre aquellos años. Doce, entre otros cosas: "Yo siempre fui forofo, como quien dice, de Lázaro. El >iempre fue muy comprensivo y tolerante conmigo, y me apoyó de diversa~ maneras. por ejemplo, faciht4ndome libros de la biblioreea, e<pccialmcnoe de literatura. incluso no•clas. M os ten– dencias lob;:rtorias embñonana:. nmaban bien con el <>piñtu abieno y generoso de Lvaro. Y mucho le debimos a él yo y los demás iluws y soñadores que integrábamos el grup<J de poell\S y escribido– res en la publicación de varias revistas, enu-e ellas Studium y Vénlce. Algunos volvimos a las anda· da.s. poco de.spués de abandonarel tcolog"do, con otru publicación: ''' m~J;,t\'. que no~ arnrTf'A m•1chru. disgustos. (...) También Ignacio fue siempre admirudor y adicto de Lázaro. Decenios después le cm·iaña los ongonales de su pnmor libro Murnrom~ tu rostro (primera redacción bastante distinta de la dcfinuh-a). El aliento y el apo)o de Lázaro, en ~ y otras circunstancias. fueron muy vahosos para lgn3cio. ( ...) frnncamentc, parn muchos de nosotrO) Lázaro fue una in_:.piración, un guin y un mode– lo. Gracias n él pudimos descubrir lo franciscano y la espiritualidad franciscana; y nos contagió un entusiasmo y un idealismo, hastn con un sesgo utópico. y w1 espíritude trabajo que nos ¡'limentaria por muchos a~os. y que. en oni caw, marcó no poco algunos decenios de mi vida" (Cana desde Santiago de Chile. 9/IUI998 al autor de esta biografia. en AHPCP. úi:oro hirme, carpeta personal). "" Se trata. como se recordará. del P. Gumcrsondo de Estella (1880-1974). el único nombre que había mcnco nado el P. lázaro en su escrito. y del P. lldefonso de Ciáumz (187t-19S4).

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