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la primera época de Pamplona (1942-1948) 109 El único que pudiera satisfacer a la mayoría es el P. Oirecror, pero, por su mismo cargo, son pocos los que se dirigen con él. Es tan urgente esta necesidad en el Colegio que, según el parecer de muchos, no sería difícil un descenso en la vida espiritual y aun en los entusiasmos apostólicos del Colegio, de no poner en lo sucesivo a nuestra disposición directores espiri– tuales aptos para jóvenes. 4. Para nuestra formación integral carecemos de muchos de los medios adecuados. Así, para nuestra formación ascética, sociológica, etc., para la educación de la mente y formación del criterio carecemos de libros aptos, fundamentales y modernos. Para nuestra formación literaria nos vemos precisados a acudir a lite– ratura ligera, frecuentemente perjudicial. Como en todo lo demás, hay actualmente en el Colegio un gran interés y deseo de capacitación litera– ria. Carecemos de libros modernos de teoría sobre el asunto. Pero, ade– más, la bien nutrida sección de literatura de la biblioteca no es apta, antes casi en absoluto dañosa, para esta formación que pretendemos, cuando existe actualmente una literatura religiosa sacerdotal moderna, tan abun– dante, tan formativa espiritual y literariamente. Formar una pequeña biblioteca de literatura religiosa moderna en nuestros colegios, al menos en los de Pamplona y Estella, es una necesi– dad acuciame. Melendres, Octavio Picó, Sánchez Juan, etc., etc., podrí– an ofrecernos números de literatura mística y sacerdotal profunda y moderna. Las consecuencias gravísimas que se han originado de las lecturas lite– rarias frívolas en nuestros colegios, singularmente en los años inmediata– mente posteriores al Noviciado, podrán apreciarse en las recientes defec– ciones, muchas de las cuales se han debido a un ambiente de frivolidad creado absolutamente por esas lecturas. La formación de esa biblioteca colegial, fundamental y moderna, ade– cuada y escogida, en las diversas materias señaladas, y quizás más particu– larmente en literatura, es una necesidad muchas veces sentida y manifes– tada por los coristas de este Colegio. 5. Creemos conveniente, y hasta un deber de gratitud, testimoniar aquí nuestro reconocimiento al que la Madre Provincia nos ha puesto como guía y padre en nuestra formación sacerdotal. Toda su vida es para el Colegio¡ no escatima sacrificio alguno en pro de nuestra formación integral; para codos es el padre lleno de bondad y de caridad. Los colegia– les estamos contentísimos de él y muy honrados de tenerlo a nuesrw ser– vicio'0'.

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