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El Padre Adaain entre los salvajes 91 nes aprendieron fácilmente las oraciones y los mandamien– tos.' Los mayores eran muy obtusos de inteligencia y de memoria y nada aprendían, aunque asistían constante– mente. Las indias, por el contrario, se posesionaron muy pronto, no sólo del Catecismo, sino de la ·lengua española_ Unos y otras aprendieron a cantar el trisagio con gran afi– nación y gusto. La civilización de aquellos seres ib& a pasos de gi– gante. •Los indios, dice el Siervo de Dios, son sumisos, dóci– les y obedientes, cumplidores de su palabra. Desconfían mucho de los bbncos, pero depositan toda su confianza en el misionero. ,cumplen sus contratos muy exactamente. aunque los hayan hecho en estado de embriaguez. Quedan contentos con cualquier fr-iolera, porque no conocen el valor de las cosas. »No osan contraer matrimonio sin permiso de sus pa– dres, los cuales no lo dan sin tener buenos infori:nes acerca de ·la otra parte contrayente. · »Una vez casados, se guardan fidelidad inviolable. En al amor a sus pequeñuelos, exceden muchísimo ·a los ci– vilizados. Las indias jamás dejan de los br¡:xzos a sus cria– turas. Sea que estén eri la choza, sea que salgan al campo, la criatura va siempre colgada del cuello de su madre en un zurroncito que ellas tienen para tal efecto. Huyen rápi– damente a la selva si ·sospechan que les quieren quitar a , sus hijos. Los crían muy robustos porque les dan de ma– mar hasta los cuatro o cinco años. »Son muy pobres. Como carecen de instrumentos de la– branza, no cultivan sino muy poca tierra. Recogen cocuíra, . macanílla y morícb. De estas hierbas sacan filamentos, los· tuercen sobre el muslo y con esto tejen chinchorros y otras prendas, como guayucos, cestitas, etc. · No cosechan verduras, porque los insectos se las co– men al nacer. Se mantienen de caza y pesca y todo lo ha– cen a flecha, o ta inbién de las frutas silvestres que hallan en el monte. •De una fruta que llaman chiga, hacen el pan, que para ellos es bueno, pero para nosotros, aunque nos regalaban, no podíamos ni olerlo.• (Id.) · Valiéndose de la pobreza de aquellos indios y de su
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