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En lo provincia del Apure 81 en otros tiempos escuchó el cielo al Profeta Jeremías y a los grandes apóstoles del Cristianismo, escuchó al saiJ.to misionero P. Esteban de Adoain. Y pocos meses después, el pueblo de San Fernando experimentó el castigo. El río Apure, obedeciendo a la voz de Dios, como el Jordán ,o ·com::> el mar Rojo, lanzó el caudal imponente de sus agum; turbJ.Üentas. Rebasaron éstas con ímpetu arrolla– dor los límites que contuvieron otras inundaciones conoci– das. Rompieron los diques y arrollaron los obstáculos; pa– saron por San Fernando mientras caía una lluvia torrencial y derribaron todas las casas. Las ruinas de ella, lo mismo que los sembrados, quedaron envueltos en arena y asque– roso légamo. La mayor parte de los que lograron salvarse utilizaron canoas o lánchas y huyeron a otros lugares, sin poder regresar en varios meses. Muchos casos semejantes y otros más prodigiosos ha– llamos en la vida de nuestro Padre Esteban, con los cuales el Señor quiso acreditar la palabra de su Siervo. · Hallándose todavía nuestro misionero en San Fernando, se recibÍó un oficio dirigido al Padre Guillermo de Ugar, misionero de Caribén, por el gobernador de la provincia de Apure, comunicándole destle Achaguas con fecha 17 de abril, que el mismo Padre Ugar y su compañero Padre Ig– nacio Fernández, debían de presentarse ante el Juez de ~uz de Caribén para jurar la Constitución de Venezuela, requi– sito necesario «para que el Gobierno Supremo disp¡¡nga el abono de sus sueldos». En vista de este oficio, el Padre Adoain, determinó pre-. sentarse ante el gobernador para protestar de tal disposi– ción. Se embarcó el día 20 con el Padre Hernani en el río Apure y llegó el 24 del mismo abril a Achaguas. Habló al gobernador con respeto, pero con gran entereza y cla– ridad, diciendo que semejante disposición era contraria en absoluto a lo pactado por .los treinta misioneros en Marsella con el comisionado del Gobierno de Caracas. El goberna– dor, Sr. Arciniega, quedó convencido de la razón que asis– tía a los misioneros, y sin pérdida de tiempo escribió a los Padres Ugar y Fernández una atentísima carta fecha 25 de abril, en la que expresaba su conformidad con la razón ex– puesta por los misioneros y se ofrecía a ellos para obrar en todo de común acuerdo, a fin de que no encuentren obs– táculo alguno, decía textualmente, en _la misión que van a
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