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76 El .Padre Esteban de Adoain . «Los apureños - continúa el Padre Adoain- son sumisos (má– xime· con los Sacerdotes), nobles,. generosos, valientes, intrépidos guerreros; en particular para la caballería no hay otros; han sido temidos en todas las épocas, porque no preven ningún peligl'O» (1) . Corno se ve. nuestro Padre Esteban los encontró sumisos y generosos. No los habían enc;ontrado así los Capuchinos exploradores del Apure; de donde se deduce cuánto influyó en los indios la civilización que los misioneros les llevaron. Habla después el P. Adoain del clima y de las famosas lluvias de aquel raro país: <<No se conocen más que. dos estaciones al año: una de lluvias y otra de sequía. Las lluvias comienzan a mediados o fines de lVIayo y siguen hasta principios de Noviembre. Son tan copiosas que parece el fin del mundo. Son casi diarias. Los truenos y reláfu– pagos son espantosos. Como todo el Apure y gran parte de las Pt·ovincias de Caracas y Barinas son como la palma de la mano, el "agua queda estancada; además los ríos salen de madre y se inunda toda la tierra, fuera de algunas pocas elevaciones, donde están las casas. Desde . que se retiran las aguas hasta la entrada (de las mismas) no se ven sino muy pocas nubes. En este tiempo bace el calor más grande; y si no fuera por la continua brisa, nadie pod; ía soportarlo». Al leer esto, se despierta la curiosidad de saber qué pro· duetos pueden ser los de aquel país y a qué trabajos o industrias se dedican sus habitantes. Y a satisfacerla viene el apunte del Padre Adoain: «En tiempo de humedad, siembran maiz, batata, plátano, cam– bure, frijoles, caraotas, yame, yuca, de donde se saca el pan ordi– nario de toda la Provincia que se llama cazabe. «Casi todos se dedican a la cría del ganado vacuno, caballar, mular, que son muy abundantes, sobre todo el vacuno. Baste decir que una arroba de ·carne se compra por dos pesetas, como la he comprado yo; pero de la mañana a la tarde se corrompe por el ,gran ,calor que hace, y por eso es preciso salarla y dejarla al soL Un toro de cinco años, vale veinte o veinticinco pesetas. Parecerá una exageración; pues ahora no hay ni una tercera parte de lo que había antes de la revolución. Hubo particular que al Rey le puso dos mil caballos de su potrero. Ahora escasea bastante, por– que del año 35 al 40 una peste acabó con todo el ganado caballar>. Continúa después la descripción geográfica, enume– rando los caudalosos ríos que bañan el país y da noticias de las diversas clases de peces que contienen: <<Los ríos más caudalosos son: Orinoco, Meta, APure, Arauca, (1) Cuaderno I, p. 15.

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